Audiovisuales

Valerian y la ciudad de los mil planetas: el regreso de Luc Besson a la ciencia ficción

Diez años después de El quinto elemento Luc Besson regresa a las historias de ciencia ficción clásicas con Valerian y la ciudad de los mil planetas, la superproducción francesa protagonizada por Dane DeHaan y Cara Delevingne, que se estrenará en nuestro país en agosto. Como parte de la promoción del film, el director visitó Buenos […]

Diez años después de El quinto elemento Luc Besson regresa a las historias de ciencia ficción clásicas con Valerian y la ciudad de los mil planetas, la superproducción francesa protagonizada por Dane DeHaan y Cara Delevingne, que se estrenará en nuestro país en agosto.

Como parte de la promoción del film, el director visitó Buenos Aires, donde ofreció una conferencia de prensa, una master class y una entrevista abierta, en las que adelantó detalles de la obra y marcó sus diferencias con la tendencia que le están imprimiendo al género los grandes estudios de Hollywood.

Adaptación del mítico cómic Valérian y Laureline, de Pierre Christin y Jean-Claude Mézières,  que fue una de las mayores fuentes de inspiración para la creación de la trilogía original de Star Wars, y  también del mundo de Avatar, el film de Besson toma como referencia, específicamente el guión de El embajador de las sombras, un volumen editado en 1975.

En la película los agentes especiales Valerian y Laureline asumen la misión de investigar y parar una inminente amenaza que podría terminar destruyendo la importante ciudad de Alpha, una metrópolis en constante expansión, donde especies provenientes de todo el universo han convergido durante siglos para compartir sus conocimientos, inteligencias y culturas.

“Cuando tenía 10 años descubrí ese cómic y me enamoré de la historia y los personajes, contó Besson durante su visita, y explicó también que la película “toma una historia chiquita dentro de ese gran relato: específicamente la de amor que se desarrolla entre los dos personajes, donde el muchacho quiere y la chica  no quiere. Una típica historia, que pese a no ser ciencia ficción en sí me encantó, porque uno se queda pensando ¿podrá conquistarla?, ¿qué pasará, un aspecto súper humano, que me encanta porque nos muestra a dos personajes iguales a nosotros, con la diferencia de que están en el siglo 28 y rodeados de extraterrestres”.

Con un costo final de 200 millones de dólares, en los adelantos del film se puede advertir el desarrollo de identidad visual fuerte y definida, que Besson fue delineando como parte de una novedosa experiencia creativa. “La identidad visual es un aspecto fundamental de la película que comencé a trabajar hace unos 7 años,  cuando le envié cartas a diferentes escuelas de cine del mundo invitándolas a participar. A quienes les interesó el proyecto les solicité que me envíen tres elementos: una nave espacial, un extraterrestre y un mundo. Recibí seis mil propuestas, seleccioné 12, sobre 5 de ellas trabajé durante tres años, y luego pasé a las 8 restantes, durante dos años más”, explicó el director de Lucy.

Además, sobre la dinámica de ese trabajo detalló: “los creativos seleccionados no se conocían entre sí, y no conocían el guion, y trabajaron bajo esa modalidad durante un año y medio, porque no quería que nada los condicionara. Así produjeron entre cuatro mil y cinco mil dibujos, un proceso completamente loco, al cabo del que yo fui el responsable de armar el gran rompecabezas producto de esa creatividad, fijándome, por ejemplo, que los extraterrestres encajaran entre sí, algo que no fue sencillo ya que en la película hay 200 clases diferentes”.

Junto a esos elementos, Besson ofreció varias pistas sobre la atmósfera que rodeara a su obra, marcando fuertes diferencias con las propuestas de estudios como Marvel o Dc Cómic. “No conocemos el futuro, así que prefiero pensar que el futuro será colorido, feliz y loco, divertido. Eso es lo que amo de la ciencia ficción, frente a la tendencia que durante los últimos años se ha generado, sobre todo con las películas de las grandes franquicias, a hacer historias oscuras y deprimentes, que se detienen en interrogantes como ¿quién soy?, ¿a dónde vamos?, cuestiones que a mí realmente no me conmueven”.

Además, en línea con esa visión explicó que la película es también una apuesta a la posibilidad de una convivencia pacífica entre los diferentes en un escenario global donde esto “se está complicando un poco”.

“La ciudad de los 1000 planetas es una estación espacial en la que conviven en paz 8000 especies de seres  diferentes, algo que no es tan diferente a lo que ocurre en las grandes ciudades como Buenos Aires o Nueva York. Entonces, frente a situaciones donde esto parece estar complicándose un poco, la película nos plantea  que si convivir con 8000 extraterrestres funciona, entre nosotros también debe funcionar”.

“Más allá de la calidad de la película, que luego dirán si es buena o mala, quiero que sepan que este film fue para mí un arduo viaje de 9 años, durante el que no fue fácil conseguir los 200 millones que costó finalmente, porque implicó un recorrido muy diferente al que hacen los grandes estudios de Hollywood, pero desde hace unas semanas, creo que tengo algo muy bueno entre manos, porque ellos definitivamente no están contentos de verme llegar en julio. Entonces, como decimos en francés: que gane el mejor”, concluyó el cineasta.

“Si hay que mirar una película en 3D por año, este 2017 miren Valerian”

Consultado sobre la utilización de esta tecnología, el director explicó que el aplica el proceso pero que no filma con cámaras 3D ya que “son demasiado grandes” y él necesita libertad para usar “grandes, chicas, de mano”, y moverse con comodidad, por lo que luego de filmar aplica un proceso de conversión que le permite aprovechar el valor agregado que le aporta ese recurso a la historia.

Finalmente, y ya cerrando sus apreciaciones sobre ese tema Besson expresó: “Si debemos ver al menos una película por año en 3D este 2017 miren esta, porque si bien no habrá tomates volando, es un film ambientado en el espacio y, puedo asegurarles que el efecto te vuela la cabeza”.