Para muchos, la Navidad es una de las épocas más mágicas del año, y no hay mejor manera de sumergirse en el espíritu navideño y sus tradiciones que visitando algunos de los mejores mercados europeos.
Los mercados navideños, Christkindlmarkt, nacieron hace siglos en Alemania y, tal vez, por esa razón algunos de los mejores están en ese país o en las regiones cercanas que alguna vez formaron parte del mismo imperio.
Todo mercado navideño europeo cuenta con algunas características básicas: un gran número de puestos (negocios) de madera adornados con luces y símbolos de la época, donde nunca faltan los que venden dulces, artesanías hechas a mano, adornos de gran calidad, Glühwein (vino caliente caliente) y las tradicionales galletas de pan de jengibre. Además, cada localidad cuenta con sus características distintivas que los hace aún más especiales.
Una gran parte de su encanto es aportado por el clima frio y la nieve, que crean una atmósfera mágica en estas bellas ciudades y pueblos europeos. En toda plaza central, principalmente en aquellas de las antiguas ciudades medievales amuralladas, vas a encontrar un conglomerado de puestos, luces y árboles navideños donde, además de las compras, podés probar las delicias y platos locales.
Existen cientos de ellos en Europa, y también se han extendido en otros países del hemisferio norte incluyendo en América, pero hoy pondremos el foco en 12 de los mejores mercados navideños, por su importancia, esplendor o por algún punto distintivo.
1. Mercado de Navidad tradicional en Viena, Austria.
Los mercados navideños de Viena están entre los favoritos indiscutibles del mundo entero. De alguna manera toda la ciudad se transforma en un país de las maravillas navideñas donde cada plaza principal tiene su propio mercado.
El principal se encuentra en Rathausplatz, justo frente al ayuntamiento (Rathaus). Otros muy interesantes están en Maria Theresien Platz, en Stephansplatz y en el Palacio de Schönbrunn, a las afueras de la ciudad. Actualmente hay oficialmente más de 20 mercados navideños en Viena.
La tradición de emplazar el mercado navideño en el centro de Viena se remonta al año 1298, cuando Alberto I de Habsburgo otorgó a los ciudadanos el derecho a tener un Krippenmarkt, que se traduce como mercado de diciembre.
En estos completísimos mercados podés encontrar infinidad de productos hechos a mano, puestos que ofrecen los ponches calientes, castañas asadas o el tradicional vino caliente, glühwein. Asegurate de probar un vanillekipferlrecién horneado, que es una clásica galleta de nuez, hecha con mucha manteca y espolvoreada con azúcar saborizada de vainilla. Durante los fines de semana se puede también disfrutar de coros de villancicos que asisten desde diferentes partes del mundo.
2. Mercado de Navidad de Colonia
La imponente catedral gótica de Colonia tardó 632 años en construirse, y se dice que este tiempo basto para levantar uno de los mercados invernales más grandes del mundo.
En pleno centro de la ciudad, este mercado típico alemán, cuenta con varias particularidades que se suman a todas las tradiciones: juguetes de madera, artesanías, decoraciones y sabores clásicos. Por un lado, la Heavenue, una de las calles más animadas del mercado con puestos de color rosa y púrpura que deslumbran y está organizada por la comunidad LGBTQI +.
Pero además, y quizás lo más interesante, es que cuenta con algunas de las mejores atracciones para familias con niños. Tiene sus propias pistas de curling y patinaje sobre hielo al aire libre junto al gigantesco árbol de Navidad, un teatro de marionetas, la gruta de Papá Noel y muchos puestos de juguetes.
El imperdible para probar en este mercado es el feuerzangenbowle, una variante del ponche alemán, que se sirve con un trozo de pan dulce caliente sobre la taza o vaso, se baña en ron y se prende fuego.
3. El conjunto navideño en Zagreb, Croacia
La capital de Croacia hace que el invierno levante temperatura a través de los 25 mercados navideños distribuidos por toda la ciudad. En los últimos años Zagreb ganó reconocimientos varios por la calidad de su propuesta.
Principalmente se basa en entretenidas fiestas a lo largo de la ciudad, repletas de música en vivo, con fuentes y monumentos adornados e iluminados, y algunos de sus clásicas tradiciones, como las strukli, una especie de albóndigas que vienen dulces y saladas, el soparnik, un pastel de acelga y las roscas croatas, las fritule.
Dispersos en la ciudad, vale la pena moverse entre ellos, desde la pista de hielo gigante en la plaza King Tomislav hasta los puestos que llenan el antiguo refugio antiaéreo del túnel Grič. Junto al paseo marítimo Strossmayer podés encontrar uno de los espacios más tranquilos pero mejor decorados, y su posición en lo alto de las murallas de la ciudad ofrece una vista privilegiada.
Son imperdibles los juguetes de madera tallados a mano de la región de Hrvatsko Zagorje, que han sido reconocidas como piezas únicas artesanales por la UNESCO.
4. Las luces de Copenhague
Cuando llega el invierno, el histórico parque de atracciones de los Jardines de Tivoli se llena de millones de luces festivas. Los cientos de puestos repletos de juguetes de madera, decoraciones tradicionales de cerámica, recetas diferentes de vino caliente y de roscas danesas, las Dansk aebleskiver.
Pero este no es el único lugar que trae toda la magia navideña en la ciudad. El mercado frente al mar en la zona de Nyhaven, cuenta con el famoso Desfile de Santa Lucía cada 13 de diciembre, cuando cientos de cantantes de villancicos en kayaks decorados con luces, reman en procesión en las cercanías del muelle al son de la música.
Dinamarca es un país donde reina el diseño, por lo cual podés encontrar los mejores adornos navideños y piezas de vajilla de madera hechas a mano, en todos los puestos.
5. La magia y los diablos de Innsbruck, Austria
La sensación absoluta navideña está garantizada en los mercados de la ciudad de Innsbruck, capital de la región del Tirol. La nieve, las épicas vistas y la arquitectura alpina configuran el escenario perfecto para esta época.
Con la vista de los Alpes de Karwendel, el mercado del casco antiguo de la ciudad, se luce junto al resplandeciente tejado dorado del edificio que data de principios del siglo XVI, y que fue cubierto para la celebración de la boda del emperador Maximiliano I. En los últimos tiempos, se ha incluido un espectáculo de luz y sonido proyectado en 3D sobre los principales edificios históricos. Este show, llamado Max 500, conmemora el 500 aniversario de aquel emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que llevó a Innsbruck al centro de la cultura y la política europeas a fines del siglo XV.
Sin embargo, uno de los verdaderos placeres está más arriba. Un funicular te lleva a Hungerburg y su mercado en las alturas. Perfecto para disfrutar de algunas compras y admirar las destellantes luces de la ciudad, y también para presenciar el evento de Krampus Run, cuando los festivos y tradicionales diablos de Austria salen a las calles.
No olvides probar una kiachln fresca, estas roscas saladas cubiertas de chucrut.
6. El mercado de la capital de la navidad: Estrasburgo
Para vivir un verdadero espectáculo deberías ir al mercado navideño más antiguo de Francia, e inclusive unos de los históricos de todo el continente. La ciudad se ha ganado el título de «la capital de la Navidad».
El mercado navideño de Estrasburgo se remonta al año 1570, el llamativo Mercado del Niño Jesús que ocupó por primera vez sus calles medievales. Ubicado desde entonces en Grande-Île, sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, incluye más de 300 puestos que se reparten por todo el centro histórico de la ciudad. La mayor parte de ellos están cerca de la Catedral gótica de Notre-Dame de Estrasburgo.
Los aromas del vino caliente y los pasteles especiados recién horneados, al igual que los brioches kougelhopf y el pain d’épice, se distribuyen por las calles y callejones tentándote a toda degustación. Por supuesto abundan las galletas navideñas, los panes de jengibre y los coloridos bastones de caramelo.
Pero también hay un mercado paralelo, que hoy en día se basa en los productos ecológicos, artesanías con materiales reciclados, naturales y sostenibles; y con alimentos más saludables.
7. El árbol de navidad más antiguo en el mercado de Tallin
El mercado navideño de Tallin se volvió cada vez más popular hasta convertirse en uno de los más hermosos de Europa. En la capital más antigua del norte del continente, con uno de los centros urbanos medievales mejor conservados, este mercado se ubica en la plaza principal.
El centro de atención es el enorme árbol de Navidad que se erigió por primera vez en 1441. Cuenta la historia que el primer árbol de Navidad público fue el de esta plaza. Fue cuidado por los comerciantes locales con la idea inicial de decorarlo cada año, y alrededor de él establecer los puestos. Hoy, respetando la tradición, esta plaza exhibe su árbol y cientos de puestos de madera que venden artesanías y delicias de las pequeñas islas de Estonia. También las tiendas de la famosa calle Pikk se visten y decoran para la ocasión.
Podés encontrar diversidad de adornos navideños y los comerciantes locales ofrecen comida tradicional de Estonia, desde morcilla y repollo agrio hasta pan de jengibre y vino caliente. Todo ayuda a aliviar el frio clima reinante en esta región junto al mar Báltico.
Lo más típico que tenés que probar son las piparkoogid, una galletas picantes, que están hechas en base al jengibre.
8. El tradicional mercado de Cracovia, Polonia
Con el magnífico telón de fondo del casco antiguo renacentista de Cracovia, se levanta un laberinto de tiendas y puestos con coloridos pesebres (szopki) y barriles repletos de vino especiado caliente.
Es allí, junto a la famosa “Lonja de los Paños” y la Basílica de Santa María, donde el mercado de navidad se levanta cada año presentando el famosos concurso de pesebres. Es uno de los históricos y que conserva gran parte de las tradiciones de los últimos siglos.
Entre tantos artículos, en los puestos se destacan las exquisitas decoraciones de cristal tallado, joyas de ámbar báltico y las famosas zapatillas de lana procedentes de las tierras altas de Polonia. El mercado es el punto clave de la tradición navideña de la ciudad, que originalmente se creó para vender todas las artesanías polacas, en especial para adornar los árboles y los ingredientes para los típicos platos festivos.
9. Las tradiciones eslovacas en sus dos mercados
En el escenario de la plaza principal de Bratislava suben cada año bailarines y músicos folclóricos para celebrar y exponer una típica “Navidad a la eslovaca”. A su alrededor, multitud de puestos ofrecen decoraciones tradicionales de paja y metal, y los šúpolienky: simpáticas figuras vestidas de campesino que se fabrican con hojas secas de las mazorcas de maíz.
Uno de los sabores más característicos es la bebida eslovaca medovina, junto a los panqueques de papa fritos en grasa de pato llamados lokše, que se rellenan con queso de cabra o chucrut. También, se venden otras crepes calientes que se espolvorean con azúcar y semillas de amapola.
Pero más pintoresco y tradicional aún es el mercado que se celebra en Levoča, en la región nororiental de Spiš en Eslovaquia. Vas a encontrar los mejores juguetes de madera pintados a mano y el famoso vánočka, un pan navideño repleto de especias.
Esta ciudad famosa por su arquitectura medieval bellamente conservada, tiene en la iglesia de St. James, el célebre y magnífico altar de madera del artesano del siglo XVI Paul. Sus casi 19 metros de altura lo convirtieron en el altar gótico más alto del mundo.
La cercanía de la ciudad a Spišský hrad, el castillo más grande de Europa central y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, te dan la oportunidad para visitar ambas maravillas durante el espectacular clima invernal.
10. Colmar: la navidad en un cuento de hadas
Si bien Estrasburgo es considerada la capital de la navidad europea, muy cerca podés encontrar uno de los lugares más especiales para esta época del año: Colmar.
Cada uno de los seis mini pueblos que componen La Magie de Noël à Colmar, despliegan su encanto distintivo desde los últimos días de noviembre hasta la Navidad. Con un estilo más tranquilo pero quizás más colorido, esta ciudad de la Alsacia francesa, pone cada año en juego todo el encanto junto a su canal principal. Colmar es una de esas ciudades que parecen salidas de un cuento de hadas. Las estrechas calles adoquinadas del casco antiguo están bordeadas de casas de colores vibrantes iluminadas para esta época. En cada Navidad, 180 puestos se apoderan del casco antiguo. En la pequeña ciudad, las edificaciones, decoradas y nevadas, parecen casas de pan de jengibre.
Podés encontrar la comida tradicional de los mercados navideño, pero su ubicación geográfica privilegiada, estando en Francia cerca de la frontera con Alemania y Suiza, hace que muchos puestos ofrecezcan todas las delicias tradicionales que adoramos de los tres países, con mucho estilo gourmet. También, muchos productores locales venden sus quesos, miel, panes, dulces y hasta el mejor foie gras. Junto con el carrusel y la pista de hielo, hay suficiente ambiente festivo y, el famoso späetzle, pequeñas bolas de masa, se convirtieron en uno de los favoritas indiscutibles de cada diciembre.
Son típicas de esta ciudad las esferas de cristal o vidrio Meisenthal hechas a mano, que se convirtieron en una artesanía clásica de la región que se remonta al siglo XIX. Y además, Colmar cuenta con los mejores vinos alsacianos.
11. Invierno y chocolate en Brujas
Brujas siempre tiene una atmósfera especial y encantadora, si le sumamos un poco de nieve sobre las calles adoquinadas medievales, todo se completa. El toque final, el mercado que se levanta en la plaza principal frente a la torre gótica de Belfort.
A pesar que el mercado de Brujas no posee la magnitud de los mercados de Colonia o Estrasburgo en los vecinos países de Francia y Alemania, aporta un toque diferente en su mercado. Durante ese tiempo la ciudad se hace llamar “Winter Glow”, tratando de no dejar de lado a personas de diferentes religiones y ampliar el enfoque a todos los aspectos invernales. Por supuesto, el tradicional mercado navideño sigue siendo el principal atractivo.
La plaza se llena de puestos de comida y artesanía, y de carruajes tirados por caballos. El corazón de la acción está en Grote Markt, la plaza principal de la ciudad; seguida por Simon Stevinplein, a solo unas calles. Y para quienes gusten se sumar un poco de actividad física para entrar en calor, en el parque Minnewater se arma una pista de patinaje de hielo flotante y el bar de invierno.
Hasta este parque también llegan los carruajes, lo que le suma el encanto de cuento de hadas. Está ubicado al sur de la ciudad, y se emplaza donde originalmente estaba el mercado principal. Es una pista artificial que se proyecto a favor de la ecología y sostenibilidad, y también para dispersar a las multitudes.
Algo que realmente marca la diferencia en los mercados de Bélgica, incluyendo el de Brujas, son la gran cantidad y calidad de los puestos que ofrecen productos de chocolate.
12. Las tradiciones de Rumania en Bucarest
En Rumania las tradiciones y celebraciones navideñas comienzan después del día de San Andrés, que es el 30 de noviembre. Se terminan los mitos de vampiros y fantasmas y todo toma otro color. El mercado más festivo e importante es el de Bucarest, su capital, donde las calles se llenan de trineos tirados por renos y artesanías locales, que incluyen máscaras, trajes tradicionales rumanos e instrumentos musicales.
En cuanto a los sabores, hay varias particularidades que inundan el mercado. Una de ellas, un pan dulce al estilo italiano regado con ron y salpicado de nueces confitadas llamada chec cu nucă.
El brandy de ciruela y el pan de jengibre también ocupan un lugar destacado, pero el lugar de honor está reservado para los platos con carne de cerdo. Siguiendo una antigua tradición, muchas familias rumanas todavía sacrifican un cerdo el día de Ignat, el 20 de diciembre de cada año. Estos platos incluyen el caltaboș, salchichas hechas con corazón, hígado y pulmón de cerdo, y el tobă, patas y orejas suspendidas en áspic, servidas dentro del animal. No apto para vegetarianos.
Un detalle adicional para Rumania es otro de los mercados más distintivos, el de la idílica Sibiu, una de las hermosas ciudades medievales de Transilvania. La trucha ahumada que se cocina envuelta en las ramas de un abeto se encuentra entre las principales ofertas, siendo el principal atractivo es el enorme pesebre de madera de tilo tallado a mano, que se ubica debajo de las ramas del árbol de Navidad de la plaza central.