Hasta el 29 de enero, todos los miércoles a las 20.30 hs en el Teatro Picadero se presenta Yo, Encarnación Ezcurra, la multipremiada obra, con dramaturgia de Cristina Escofet, con la actuación de Lorena Vega, y dirección de Andrés Bazzalo.
Encarnación Ezcurra, la mujer de Rosas, artífice en las sombras de la Revolución de los Restauradores, es una figura maltratada por la historia oficial, pero de una riqueza evidenciada en las intensas cartas que enviaba a su hombre en el desierto. Tan apasionada por su esposo como por la causa política que los unía, en la obra nos encontramos con ella en los últimos momentos de su corta vida, recluida en sus habitaciones, obsesionada por el pasado: el intenso amor que la unió a Rosas y el poder que ya la ha abandonado. Una política de agallas en un momento en que a las mujeres, el orden de lo político les estaba negado.
Para conocer algunos detalles más de esta obra, que como expresa Bazzalo propone “una mirada femenina, para una mujer brava e intensa”, Palabras dialogó con Lorena Vega, su protagonista.
¿Quién es Encarnación Ezcurra?
Una mujer importante, central de nuestra historia, con una personalidad enorme, que vivió en los agitados 1830, y se movió en la centralidad del poder, trabajando políticamente. Si hoy es difícil ser mujer y estar en la política, hay que imaginar lo que implicaba en ese momento que una mujer tomara decisiones importantes, o que trabajara en una campaña electoral para que su compañero, Juan Manuel de Rosas, vuelva a ser el gobernador. Dimensionando todo eso, y entendiendo ese contexto, no quedan dudas de que fue una mujer importantísima.
¿Y desde esta visión cómo es interpretarla, ponerse en su piel, y no, justamente, en su etapa de mayor brillo, más allá de que era una mujer muy joven?
Es verdad que Encarnación murió muy joven, a los 42 años, pero más allá de eso para mí hacer este papel es un placer, y fue todo un desafío: me tuve que informar bastante, conocerla, profundizar en su historia, obviamente ensayar muchísimo, y probar muchas cosas hasta poder construirla, y ponerla en juego en los distintos momentos que relata la obra.
¿Qué fue lo más dificultoso en ese ponerla en juego?
Tal vez el aspecto más sexual, más erótico. Me enganchaba mucho con el aspecto fuerte de compromiso político, con el aspecto de denuncia, de queja, pero no tenía tan presente el aspecto erótico, y todo lo relacionado al amor, a cierto romanticismo que la obra propone, yo inicialmente no advertía, y tuve que trabajar mucho.
¿La música tiene un rol preponderante en la obra, cómo fue en términos de desafío escénico lograr un ensamble tan simbiótico con ese aspecto de la puesta?
Obviamente allí estuvo el bisturí de Andrés Bazzalo, el director, que articuló muy bien todo, y trabajamos mucho durante los ensayos, la música es original, está compuesta para la obra, la realizaron Agustín Flores Muñoz, Sebastián Guevara, Malena Zuelgaray, a quienes ahora se sumó Victoria Tolosa, cantando. Y todo el tiempo el trabajo apuntó a que sea parte del relato: cuando cantan las chicas es la voz de Encarnación, cuando utilizan estilos de la época, pero con una mirada contemporánea, permiten el pasaje a los distintos momentos, realmente se logró un muy buen tejido.
¿Si tuvieras que elegir un espectador ideal?
Creo que la obra es para todes: para quienes les interesa la historia, para quienes la desconocen, para quienes quieren ver teatro de actuación -porque hay un trabajo sobre los estados- para quienes les gusta la literatura, para quienes aprecian la dramaturgia poética, y desde ya para quienes tiene ganas de transportarse a otro momento, a otro plano de la existencia, que es lo que sucede cuando uno va al teatro.
¿Con qué te quedás de esta vuelta, de este reencuentro de Encarnación con el público del pasado 8 de enero?
Me quedo con el apoyo de la gente, con el rebote del agradecimiento, de la reflexión y del interés que se genera siempre después de la obra, con gente que tiene ganas de estudiar historia, de ponerse a leer sobre Encarnación. Me quedo con todo esto, que siempre sucede, y con muchas ganas de seguir haciéndola y cada vez mejor.