¿Soy China? No sé. Ahora no importa.
…
Estoy en paz. Soy yo.
Entre la pregunta y su respuesta transcurre Tacos Altos, la última creación de Federico Jeanmaire, editada este año por Editorial Anagrama.
La novela es un aparato literario sólidamente aceitado por el autor, que en poco más de 160 páginas nos transporta entre Glew y el pueblo chino de Suzhou, a través del diario de Lin Su Nuam, una adolescente de 15 años, que se crio en Argentina, donde su familia tenía un supermercado, y que ahora de nuevo en su tierra natal, escribe en castellano, “para no olvidar”.
La idea de esta novela, según ha relatado el autor, surgió a partir de una noticia, de la que pocos medios dieron cuenta: corría diciembre de 2013 en nuestro país y, con la huelga de policías como telón de fondo, en uno de los saqueos que se dieron durante esos días muere un comerciante chino, dueño de un supermercado en Glew, que como explica Jeanmaire, nunca quedó claro si fue asesinado por los saqueadores o se inmoló.
Ese suceso, es el punto de partida para que el autor de “Más liviano que el aire” pueda cumplir su deseo: escribir “una novela china”, tal como él caracteriza a “Tacos Altos”. Para Jeanmaire, que se reconoce como un ferviente admirador de esa cultura, “a diferencia de lo que piensa mucha gente que cree que el pueblo chino es mucho más espiritual que el occidental, yo creo que es un pueblo tremendamente práctico con una visión de la vida bastante menos compleja que la occidental. Es una cultura atravesada por la superstición que es algo muy práctico”.
Desde esa óptica, y habiendo conocido Suzhou, pero no Glew, el autor de Tacos Altos despliega una profunda reflexión sobre la identidad, “el gran tema del siglo XXI” y en ese recorrido, el lenguaje, como “el gran recipiente de la identidad de cualquier cultura”, juega un rol central.
Jeanmaire construye su novela a partir de la creación de un castellano artificial, siempre en presente. En definitiva, aun cuando ella se lo pregunta, Lin Su Nuam es china, y la escritura en chino no conoce otros tiempos verbales. Pero además, como ha explicitado el autor, ese recurso, que caracteriza a la voz del narrador de Tacos Altos- “cuando uno encuentra al narrador o al protagonista, encuentra la novela, ha dicho más de una vez el autor”-, funciona como un constructor de intriga, “ya que uno muchas veces no sabe si lo que Lin Su Nuam está diciendo ya pasó, está pasando o va a pasar”.
Junto a la creación léxica, el otro “gran riesgo” por el que transita Tacos Altos, es la elección de la edad de la protagonista: Lin Su Nuam tiene 15 años, es una adolescente, rasgo que ha generado la caracterización de la novela como “historia de iniciación”, pero que sobre todo dota de verosimilitud a muchas de las decisiones nodales que movilizan la trama.
“Amamos y odiamos aquello que no conocemos, sólo pasa que el amor nos acerca y el odio nos aleja de ese otro desconocido. No estoy seguro que odies, mi nena. Quizás no comprendas, aún, el desorden del mundo”. Le dice su abuelo paterno a Lin Su Nuam.
“Durante la adolescencia, ha dicho el autor, todo es profundamente verdadero, y también profundamente tremendo”, desde allí, y desde la practicidad cultural con que caracteriza a los chinos, es que se hacen comprensibles ciertas “decisiones muy drásticas”, a partir de las que el autor pone en jaque algunas cuestiones éticas y cuestiona las fronteras entre justicia y venganza. «La literatura es el lugar para preguntarse cuestiones de este tipo, aunque el escritor no debe responderlas», explicó Jeanmaire hace un tiempo.
Licenciado en Letras, profesor universitario y especialista en El Quijote, multpremiado como novelista pero también como ensayista, en Tacos Altos Jean Marie, despliega de manera contundente su carácter de novelista, tal vez porque, como dice Lin Su Nuam, siempre “hay un momento de la vida en el que cada hombre o cada mujer descubren quiénes son. Lo saben. De repente. Frente a una instancia crucial o frente a un hecho insignificante. Da lo mismo».