El mercado del vino en la Argentina fue sumando en los últimos años cada vez más pequeños productores, pero también como contrapartida se dio una concentración de volúmenes importantes de producción en grandes bodegas, muchas veces de capitales extranjeros. El caso de Goyenechea es bastante atípico: una bodega centenaria que surgió como empresa familiar y que sigue manteniendo esa conformación, en San Rafael, un particular terroir mendocino alejado de los lugares “de moda” del vino actual. Sobre estos temas, Palabras dialogó con Sebastián Goyenechea, director de Bodega Goyenechea.
La de ustedes surgió como una bodega familiar y sigue siéndolo. ¿Es una de las pocas que quedan con estas características en el mercado?
Así es, son ya seis generaciones que han pasado por la empresa, desde 1868 hasta la actualidad, sin ningún tipo de aporte extranjero ni de capital por fuera de la familia. En sus inicios, con la llegada de nuestros tatarabuelos, que eran inmigrantes vascos de Bermeo, Goyenechea surgió como un almacén de ramos generales para luego transformarse en una bodega, aunque durante muchos años el almacén y la producción de vinos se conjugaron al mismo tiempo.
¿Han intentado comprarla grupos empresarios?
Sí. Las ofertas más firmes se recibieron durante la década del 80, aunque nuestros padres, quienes en aquel entonces lideraban la empresa, nunca consideraron seriamente esta opción.
¿Cuán difícil se hace mantener una bodega familiar en Argentina hoy?
No es sencillo. No lo digo desde la óptica de la empresa familiar, pues trabajar en familia es realmente excelente, sin embargo, como pyme que somos es complicado subsistir, competir e intentar pelear codo a codo contra grandes grupos, quienes en definitiva son los que abarcan un enorme porcentaje del mercado interno. Muchas veces las ofertas agresivas, sumadas a grandes campañas de marketing y acciones, hacen que los pequeños nos replanteemos de qué manera podemos continuar generando más y nuevos clientes sin dejar, por supuesto, de mantener lo que ya está logrado.
¿La construcción también es la edificación original? ¿Cómo la han mantenido y a la vez adaptado a las necesidades actuales?
La bodega cuenta aún con toda la base original de cimientos, que se mantiene con un plan de mantenimiento preventivo. Por otro lado, también se han refaccionado diferentes áreas para poder cumplir con diferentes estándares que tiempo atrás no eran tenidos en cuenta, tales como sala de barricas, sala de estiba de botellas, ambientes con humedad y temperatura controlada.
¿Cómo fue cambiando el perfil de la producción?
De manera gradual. Claramente el estilo de vinos de hoy día difiere bastante del de hace 15 o 20 años. Creo que los cambios más significativos de los últimos tiempos fueron llevados a cabo con el ingreso de nuestro enólogo Héctor Renna, allá por el año 2006. Se comenzó a trabajar en los viñedos de manera selectiva y con eso se empezó a lograr un perfil de vinos más concentrados. Se aggiornaron las cosechas de los vinos jóvenes, buscado mayor frescura y juventud. Se desarrollaron nuevas marcas jóvenes, premium y super premium, tales como Euforia, Quinta Generación, Lorenza y 135 Aniversario, logrando con estas últimas desarrollar un mercado que para Goyenechea nunca fue fácil.
¿Cómo definirías hoy los vinos de Goyenechea?
En líneas generales tenemos un amplio abanico de estilos. Si tengo que hacer una definición global diría que nuestras líneas de vinos tienen diseños pensados en el gusto y demanda de diversos consumidores tanto para aquel consumidor exigente que busca concentración, complejidad y estructura, como para consumidores que recién se inician en el mundo del vino, que prefieren vinos fáciles de beber, frescos, frutados, siempre respetando la calidad por sobre todas las cosas. Hoy en día contamos con siete líneas de vinos muy bien diferenciadas y un espumante.
Ustedes están en San Rafael. ¿Cuál es la particularidad de ese terroir?
San Rafael tiene un terroir con características muy especiales para la vitivinicultura, teniendo un clima templado con muy buena amplitud térmica, vientos moderados, bajas precipitaciones y baja humedad relativa, y que a pesar de estar situada al sur de Mendoza cuenta con aproximadamente 200 días libres de heladas, lo que nos permite lograr maduraciones muy parejas y equilibradas.
Los suelos son de origen aluvional, en su mayoría son suelos franco arenosos que dan origen a vinos con mucha intensidad cromática, sorprendentes matices, muy buenos aromas y excelente estructura.
Hay otras zonas mendocinas que hoy están muy en boga, como Gualtallary, Altamira… ¿cuáles son las diferencias entre los vinos de Valle de Uco y los del sur?
Creo que tenemos vinos con mucho potencial en nuestra zona, quizás con perfiles de vinos distintos. Hoy en día se valora la mineralidad, la acidez natural, la frescura, la concentración, la complejidad, y no tenemos nada que envidiar. Por supuesto que estamos en diferentes alturas sobre el nivel del mar y eso hace que al tener diferentes amplitudes térmicas las uvas, sobre todo las tintas, activen su mecanismo de autodefensa generando más concentración de compuestos fenólicos y por ende engrosando los hollejos para dar origen a vinos con gran estructura.
¿El Malbec es también la cepa que mejor se da en la zona? ¿Hay otras que están creciendo?
El Malbec es la variedad que mejor se expresa en la zona al igual que en Lujan de Cuyo y Valle de Uco, sin embargo, también tenemos muy buenos Cabernet Sauvignon, Bonarda y Merlot, y en variedades blancas podemos decir que tenemos excelentes exponentes como el Sauvignon Blanc, y Chenin.
Te pregunto ya desde un lugar más personal, ¿cómo ha sido tu historia con la bodega? ¿Siempre te viste trabajando en el vino?
No, no siempre me vi en este rubro, aunque siempre me gustó. Mis inicios laborales fueron dentro de la industria cárnica, para luego sí pasar al mundo vitivinícola. Hoy sí te puedo decir que no me veo en otro lugar que no sea éste. Como dije anteriormente, trabajar en familia es excelente y hemos tenido la suerte de recibir de nuestros padres una educación laboral única, que siempre nos ha permitido separar los problemas de trabajo de la familia. Me refiero a que en la empresa se discute y dirime con mano firme, pero al finalizar la jornada nos juntamos a comer un asado como si nada hubiese ocurrido.
¿Y cómo te imaginás el futuro?
A futuro veo a Goyenechea cada vez más sumergida en el desarrollo de vinos premium y super premium, con alto foco en el mercado externo ya que lo doméstico, como te comenté anteriormente, está salvajemente trillado. Hoy en día esto nos representa aproximadamente el 25% de nuestra producción y la idea es llevarlo al 50% en los próximos cinco años. Mercados como Rusia, Reino Unido y China nos están dando grandes satisfacciones y es por eso apostamos fuertemente por ellos.