La sala de quimio del Hospital de Boulogne, algún box de la guardia del Hospital de San Isidro, o la sala de internación del Hospital Materno Infantil de Tigre, son solo algunos de los espacios que cotidianamente visitan los miembros de Sanarizes, un grupo de clowns que desde 2012 anima y alegra a los pacientes y familiares que pasan allí sus días.
Estas “narices sanadoras” surgieron por iniciativa de Mariano Rodríguez Larreta, técnico en comunicación y marketing, y apasionado del humor, quien después de realizar diversos cursos de clown, y participar de experiencias similares, entendió que como “payamédico” podía conjugar sus aspectos histriónicos y la necesidad de desarrollar acciones solidarias.
Así, exactamente un 29 de enero de 2012, nacía Sanarizes, este grupo de voluntarios hoy conformado por más de 30 clowns que diariamente recorre los hospitales visitando a pacientes ambulatorios e internados, brindando alivio para dolores que, muchas veces, antes que físicos son emocionales.
«Nuestra tarea es animar a las personas, no realizamos espectáculos, ni tenemos guiones preconcebidos, le cuenta Rodríguez Larreta a Palabras, animar, a veces, puede ser divertir, pero también dar un abrazo, sostener una mano, escuchar”.
Para Sanarizes, cada persona, y cada situación es única y por esto rechazan toda posibilidad de armar un esquema o un guión para sus recorridas “Solo podés saber qué hacer después de mirar al otro, de percibir su estado de ánimo y sus necesidades”.
“Cada situación es distinta, agrega Carbón, (como llaman a Rodriguez Larreta cuando su gran nariz roja entra en funciones) aunque por lo general aquellos que se encuentran en situaciones de mucha vulnerabilidad, sometidos a dolores, y con fuerte intervención médica, necesitan urgentemente que alguien se conecte desde un lugar de salud con ellos, no solo desde el padecimiento. Por eso, más allá de que somos sumamente cuidadosos y nos adecuamos a todas las restricciones que nos indiquen desde lo institucional y lo médico, siempre destacamos que lo importante es conectarnos desde un lugar sano con las personas internadas”.
Junto a ese principio, guían también el accionar de Sanarizes premisas como que el acercamiento al otro debe ser guiado por la empatía y no la lástima; la negativa al uso de frases hechas como ´todo va a estar bien´… que muchas veces aparecen como una primera reacción frente a determinadas enfermedades pero que, en definitiva, le muestran al otro que no podemos conectarnos desde un lugar de sinceridad”.
“Tampoco discutimos, ni debatimos, ni juzgamos las posturas políticas, religiosas, etc. de las personas, no estamos allí para eso. Y si bien es cierto que en otro contexto nuestra reacción frente a determinadas cuestiones puede ser distinta, en el hospital, de manera natural y no impuesta, uno logra conectarse y generar empatía; finalmente, enfatiza Rodriguez Larreta, también nos parece fundamental no sofocar los sentimientos de vulnerabilidad o miedo cuando se manifiestan con frases como todo va a estar bien, nada te va a pasar, o no tengas miedo, porque aunque lo digamos el miedo sigue ahí, y lo único que logramos es transmitirle a la persona que no estamos dispuesto a hacernos cargo y acompañarlo en su temor y su vulnerabilidad”.
Adecuándose a las posibilidades y necesidades de cada persona, los miembros de Sanarizes trabajan tanto con niños como con personas adultas con distintas patologías y pronósticos. “En general los chicos quieren jugar, a veces están enojados, decaídos, pero el juego siempre los atrae; y verlos jugar es algo que las familias disfrutan mucho, porque en situaciones de tanta angustia y tanta demanda a muchos padres les cuesta sentarse y simplemente jugar un rato”.
Igualmente, también el juego, bajo otras modalidades, parece ser una constante en la tarea de los Sanarizes, como por ejemplo cuando invitan a las personas a recordar el vestido más lindo que usaron, su primer beso, o su receta preferida. “Las preguntas funcionan como una invitación a un viaje imaginario hacia lugares agradables y queridos, cosas que las personas atesoran, y sobre las que en un hospital nadie ya les pregunta”.
Cada una de las miles de historias, y las memorables sonrisas, que los Sanarizes cosechan en sus recorridas diarias quedan plasmadas en su página de Facebook, a través de bellas crónicas y cientos de fotos que son testimonio de vida, sobre muchas personas a las que las enfermedades intentaron convertir solamente en pacientes o en enfermos y que “en algún momento, tal vez se integren en un libro”, confiesa Rodriguez Larreta. Además, también me interesa empezar a generar estudios sobre esos efectos, a partir de investigaciones cuantitativas o cualitativas que los registren de manera sistemática y científica”.
“Estoy convencido que en cada hospital tendría que haber un payaso de guardia, porque los resultados son magníficos”, concluye Carbón, dejándonos de regalo estos versos de Manuel González Gil, que sintetizan la tarea de Sanarizes:
Yo sólo quiero jugar
porque me gusta encontrar
la risa que se perdió.
Yo sólo quiero jugar
porque es la forma mejor
de dejar pasar el sol.