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Ópera, barroco y Venecia: la composición perfecta

Durante el siglo XVII Venecia ya era reconocida por sus carnavales y personajes enmascarados de la Commedia dell’Arte. Sin embargo, nada atrajo tantos visitantes e inversores a la ciudad como la última novedad, la ópera. Durante el barroco, los palacios venecianos eran lugares donde la música formaba parte integral de las fiestas y recepciones. Cantatas y […]

Durante el siglo XVII Venecia ya era reconocida por sus carnavales y personajes enmascarados de la Commedia dell’Arte. Sin embargo, nada atrajo tantos visitantes e inversores a la ciudad como la última novedad, la ópera.

Durante el barroco, los palacios venecianos eran lugares donde la música formaba parte integral de las fiestas y recepciones. Cantatas y serenatas junto a óperas se representaban en los eventos con un propósito conmemorativo. El propio Monteverdi escribió una obra que fue interpretada en 1624, en el Palazzo Mocenigo. Solo seis años después, en el mismo palazzo, se presentó su ópera Proserpina Rapita. Las representaciones de ópera en los palacios eran solo para un público selecto y limitadas a los amigos de las familias nobles que organizaban el evento.

Con la inauguración del Teatro San Cassiano en 1637, la ópera toma un giro definitivo, de carácter identitario, convirtiéndose en un espectáculo teatral mixto accesible para un público socialmente diversificado. A pesar que en sus comienzos, asistir a la ópera era más un evento social que un encuentro artístico.

Pero, ¿Por qué en Venecia? En las primeras décadas del siglo XVII allí confluyeron los carnavales venecianos y una gran libertad de expresión. Venecia fue el único lugar de la península itálica crítico de la política papal de la Contrarreforma atrayendo a libertinos, escépticos religiosos y hasta algunos proto-feministas.

Muchos de estos eran aristócratas o pensadores “libertinos” posibilitaron los condimentos necesarios para los cimientos de la ópera: un público ávido de lo nuevo, y en crecimiento, y recursos económicos para sustentarlo. Por tal razón, y a pesar de pretensiones serias, en oposición a la comedia, este arte estuvo fuertemente relacionado con el comportamiento bacanal del carnaval veneciano.

De visita por la Venecia actual es posible encontrar muchos vestigios y lugares emblemáticos para el nacimiento y el desarrollo de esta forma de arte. Algunos de ellos han sobrevivido a los siglos, algunos en pie, otros modificados o reconstruidos, y también rastros de los que se han desaparecido. En cualquier caso nos permiten evocar un estilo de vida elegante, suntuoso y a la vez perdido. La visita del teatro de ópera La Fenice, una de las joyas de la historia de la música, debería ser tan excluyente, para un amante del arte o la historia, como conocer la basílica de San Marco.

Con esta nota comenzamos un recorrido por la historia de la ópera, a través de sus teatros, manifestaciones y ciudades alrededor del mundo que impulsaron su crecimiento.

San Cassiano, primer teatro público

Venecia fue pionera en convertir esta manifestación de arte privada en un hecho público como ya mencionamos.

La adinerada familia Tron, obtuvo el permiso del Consejo de los Diez para reconstruir el Teatro San Cassianoque se había destruido durante un incendio, que era utilizado como teatro de comedia.

La reconstrucción demando poco menos que un año, y en 1937 reabrió sus puertas con una representación de «L’Andromeda» de Francesco Manelli y libreto de Bebedetto Ferrari. La verdadera novedad fue que por primera vez podría acceder cualquier persona que pagase el valor de una entrada.  La ópera había escapado de los límites del palacio y la nobleza y se convertía en un espectáculo público.

Todos los asistentes pagaron su bolletino de admisión, sin importar la su condición social: nobles, comerciantes o plebeyos. El precio no era de ninguna manera económica, pero todos querían ver esta obra que incluía cantantes, músicos, bailarines e inventos escénicos.

El Teatro San Cassiano estaba ubicado en el Campo San Cassiano, en el barrio San Polo, justo al oeste del Puente de Rialto. Lamentablemente el teatro no existe más, ya que fue demolido a principios del siglo XIX. En el campo (plaza) sigue en pie la iglesia de San Cassiano del siglo XVII que alberga algunas obras de Tintoretto.

Durante su existencia el San Cassiano estrenó muchas óperas notables, incluyendo «Le nozze di Teti e di Peleo» de Francesco Cavalli en 1639, «Gli amori d’Apollo e di Dafne» en 1640, «La Didone» en 1641, «La virtù de ‘strali D’Amore» en 1642, “L’Egisto” en 1643, y la larga lista continúa.

Sufrió varias modificaciones y cambios estructurales durante los siglos XVII y XVIII, pero nada impidió su declive. Inclusive en el año 1776 el famoso Giacomo Casanova aseguraba que el teatro se había convertido en una lugar donde mujeres del bajo mundo y prostitutas se reunían para cometer delitos. Esto marco un punto de inflexión antes de su cierre definitivo, lo que sucedió en el año 1805.

Desde el año 2016 se desarrolla el proyecto de reconstrucción del Teatro San Cassiano, de acuerdo a su versión original. Un teatro de ópera barroco dedicado y en pleno funcionamiento, con una reproducción de su maquinaria escénica, dimensiones y detalles de la época.

link: https://www.youtube.com/watch?v=jAe9pLf3LMY

Video con la recreación del uso de tramoyas en el teatro barroco San Cassiano. Video perteneciente al proyecto de reconstrucción. ©teatrosancassiano.it

 La ópera llegó para quedarse

Algunos miembros de la familia Grimani de Santa Maria Formosa siguieron a la familia Tron con la creación en 1639 del teatro en San Giovanni e Paolo  y el Teatro Novissimo, aunque este último solo funcionó tres temporadas. La dificultad para los teatros era el sustento económico, por su estructura, gastos de escenografías y los onerosos salarios de cantantes .

Tal fue su éxito en los primeros años que otros teatros rápidamente siguieron el ejemplo del San Cassiano y se convirtieron en teatros de ópera. Se construyeron 16 teatros y Venecia se convirtió en un epicentro de la ópera pública, atrayendo a los mejores cantantes, libretistas y  compositores de la península italiana.  Venecia presumía su envidiable primacía por ser la Ciudad de la Ópera por excelencia de Europa. Los turistas acudían en masa para ver el espectáculo musical con sus fabulosos efectos especiales.

Francesco Cavalli y Monteverdi fueron algunos de los compositores más importantes de Venecia. Tuvieron el privilegio de trabajar de manera diferente en la composición de las óperas que evolucionó en los siglos futuros, principalmente en la inflexión y contribución entre libretista y  compositor. Además, en el siglo XVII en Venecia, la aparición del aria da capo consolidó la relación entre público y cantantes e influyó notoriamente en el estrellato de los protagonistas.

Zuanne Grimani pronto inauguró un tercer teatro llamado teatro San Grisostomo entre 1678 y 1679. Se buscó una ubicación más céntrica, cerca del puente del Rialto, y se levantó en solo cuatro meses.

La primera ópera representada allí  fue «Vespasiano» de Giulio Cesare Corradi y música de Carlo Pallavicino. Este nuevo teatro estaba gerenciado y dirigido artísticamente por Marco Faustini. Giovanni, el hermano de Marco, que era un reconocido libretista, y tenía muchos contactos con los cantantes que trabajaban en diferentes cortes. Cabe acotar que los cantantes en aquella época lograban ganar fama y grandes sumas de dinero trabajando en las cortes. Esto facilitó que muchos de ellos fueran invitados a Venecia, y según se conoce también utilizados para filtrar algunos secretos diplomáticos. Numerosos visitantes importantes del extranjero asistieron a este teatro que era un ejemplo del lujo veneciano.

En la segunda mitad del siglo XVIII un célebre especialista en espejos llamado Antonio Codognato propuso un nuevo sistema de iluminación para este teatro y la creación de sesenta palcos más. Cuando la República Serenísima llegó a su fin, el teatro San Grisostomo cambió su nombre a Teatro Cívico, y más tarde, en el siglo XIX es convertida en una galería. En el año 1834 el teatro reabre y recibe a la legendaria cantante Maria García Malibrán, una diva absoluta del momento, quien actuó gratuitamente en para la representación de “La Sonnambula” de Vincenzo Bellini. El teatro se convertiría en su honor en Teatro Malibrán.

El Teatro Moisé en los debuts de Monteverdi y Rossini

Si uno camina desde el teatro La Fenice hacia el sur por la calle Vesta, al cruzar la calle Larga XXII Marzo, se encuentra un pequeño callejón sin salida, típico veneciano, llamado Vía del Teatro San Moise. Las placas en la pared indican el lugar donde existió este coliseo.  No hay mucho que ver ahora, pero vale la pena pasar por la importancia histórica que tuvo.

A pesar de no haber sido un gran teatro en el sentido físico, ya que solo llegó a contar con 800 asientos en el momento de mayor apogeo, estaba a la vanguardia de la nueva tendencia veneciana.

Se inauguro en 1640 con L’Arianna de Claudio Monteverdi, siendo esta la primera representación de sus óperas en el circuito comercial de Venecia. También allí regresó para el estreno de su nueva ópera Il ritorno di Ulisse .

El elegante Teatro S. Moisé albergó el estreno de muchas óperas, ofreciendo espectáculos musicales de gran calidad cada temporada. Desde óperas de Cavalli, Vivaldi, Albinoni, Galuppi hasta el gran Rossini, entre otros.  El propio Rossini debutó a los dieciocho años en este teatro con la obra La cambiale di matrimonio, seguida allí mismo, de otros grandes éxitos.

Del evento social a la ópera de hoy

La ópera simbolizó la cúspide del entretenimiento en las fiestas del barroco, el lugar donde todos podrían mostrarse y darse a conocer con rapidez, especialmente las personalidades de prestigio y riqueza. Los palcos cobraron tal importancia que se convirtieron en una especia de moneda de cambio, involucrando en distinta medida a todos los estratos sociales.

Durante un siglo se siguieron utilizando el mismo tipo de salas teatrales, de forma semi-elíptica, en forma de herradura, con palcos en forma de panal clásico del estilo italiano.

Venecia fue una de las ciudades más ricas del mundo durante los siglos XVI y XVII gracias al lugar que ocupó en el comercio entre oriente y occidente, y a la importante armada de La Serenísima. Quienes estaban a la cabeza del gobierno requerían la aprobación de las familias patricias de la ciudad para permanecer en el poder. El ejercicio del poder demandaba de una alta exposición pública y los eventos en la ópera eran parte de este círculo propicio para el intercambio social aristocrático. Primero en los palacios, luego trasladándose al espacio público de los teatros.

Parte del año los teatros de ópera cumplían claramente esta función social, como también sucedía durante los meses en los que se extendían las fiestas de Carnaval. Todas las casas de ópera competían por conseguir el patrocinio y la asistencia del mayor número posible de aristócratas. Necesitaban todo tipo de favores económicos para prever alguna posible catástrofe, ya que la mayoría de los teatros sufrían de incendios recurrentes debido a los materiales inflamables y a la iluminación a fuego vivo. También por las grandes suman que debían pagar para contratar a los cantantes que, para la época, eran verdaderas estrellas, y eran quienes atraían al público.

Para principios del siglo XIX el número de salas se había reducido por falta de medios, favores políticos y la falta de interés del público. Había dejado de ser parte de la moda y lo novedoso en la ciudad. Otras casas de ópera del mundo habían surgido en el último siglo ganando en esplendor, y captando a los cantantes y compositores de moda.

El siglo XIX trajo con sigo una nueva revalorización de la ópera, de las divas, y como novedad de los conductores. Las grandes casas de ópera siguieron adaptándose, mejorando las condiciones, reinventándose. En Venecia, hoy en día, es posible visitar al menos tres teatros. El principal de ellos, y al que dedicaremos una nota en especial, el Teatro La Fenice. Es la casa de la ópera más importante de Venecia que fue construido en 1792. Gran parte de las historia de la música en los últimos siglos pasaron por allí y recibió numerosos estrenos mundiales de obras de Rossini, Bellini, Donizetti, Verdi, Stravinsky, Prokofiev, Britten, y muchos más.

Definitivamente, amantes de la música, la ópera y la arquitectura, es una visita indispensable en tu paso por Venecia. Se ofrecen visitas guiadas y visitas autoguiadas, con audios informativos en español.

El segundo de los teatros en pie, al que nos hemos referido antes, el Teatro Malibrán. El ex-San Grisostomo finalmente fue adquirido por el Municipio de Venecia, restaurado y hoy oficia como teatro menor alternativo en la programación de la Compañía de Ópera de La Fenice.

Por último, el Teatro Goldoni, que ha estado más relacionado con obras dramáticas no musicales, pero que ha tenido incidencia en la historia teatral y de la ópera en la ciudad. Fue construido como el Teatro Vendramin por la familia de mismo nombre, una más de las rivales en torno al mundo de los teatros. Este es el único que permaneció tantos años, hasta el 1957 en manos de la misma familia. Hoy en día, el teatro es el hogar de una compañía de Teatro Estable del Veneto.

Cuando pensamos en la ópera difícilmente podemos evitar a Venecia, con sus colores, máscaras y tradiciones. A quienes amamos este arte nos resulta igualmente complicado imaginar Venecia sin la ópera.