“Para cada adolescente, una oportunidad” es la premisa con la que UNICEF presentó la semana pasada su posicionamiento sobre adolescencia en el país; un documento con información en salud, educación, protección de derechos y participación de los chicos y las chicas de entre 10 y 18 años, que da cuenta de las principales problemáticas que atraviesan los jóvenes en Argentina.

“En Argentina hay más de 5 millones y medio de adolescentes entre 10 a 18 años, que experimentan brechas entre el derecho formal y su ejercicio efectivo según el lugar donde nacen y las características socio laborales de sus hogares. Aproximadamente 1 de cada 2 adolescentes de entre 13 y 17 años vive en situación de pobreza por ingresos monetarios”, precisa el documento elaborado por la entidad internacional ya en su inicio, dando cuenta de un dato insoslayable: si bien los datos oficiales dicen que la incidencia de la pobreza alcanza a 1 de cada 3 habitantes, en el caso de los adolescentes alcanza a 1 cada 2.

Junto a esa cifra, el documento precisa que entre los 14 y los 15 años, 1 de cada 6 adolescentes trabaja y que entre los 16 y los 17 años, lo hace 1 de cada 3; que cerca de 500.000 chicos y chicas están fuera de la escuela y menos de la mitad de los que ingresa a la secundaria logra completarla (45%), estableciendo además una fuerte relación entre el abandono y esa inserción temprana en el mercado de trabajo, sobre todo entre los varones, y el embarazo entre las mujeres:  El 15% de los nacimientos en Argentina son de embarazos adolescentes: 6 de cada 10 no son planificados y 1 de cada 10 mujeres abandona la secundaria por este motivo o porque se aboca al cuidado de sus hijos, hijas, hermanos o hermanas menores.

Además, dentro del capítulo referido a Violencia, y luego de observar que las manifestaciones más graves tienen lugar dentro de los hogares, ocurren en privado y son difíciles de detectar, el informe especifica que según datos aportados por la UNESCO, Argentina lidera actualmente los rankings de bullying o acoso escolar en los establecimientos educativos, y que los adolescentes y jóvenes son las principales víctimas de la violencia institucional.

Para conocer su opinión sobre este informe, que se puede descargar completo aquí, y valorar la importancia que la información emitida por Unicef tiene en para la planificación de políticas públicas Palabras dialogó con Silvia Guemureman, Doctora en Ciencias Sociales, especialista en problemáticas sociales infanto juveniles.

¿Cuál es la importancia de este informe para quienes trabajan en el campo de las problemáticas juveniles?

En los últimos años se ha comenzado a trabajar mucho sobre temas de infancia, pero no hay informes específicos para temas de adolescencia, por eso la virtud que tiene este informe es que está focalizado en el segmento adolescentes, que es el más invisibilizado.

Cuando se habla de niños, adolescentes y jóvenes, se habla de manera indiferenciada de las personas entre 0 y 18 años,  con lo que la franja entre 13 y 18 años queda, por lo general, desplazada, y hay pocos estudios que se dedican a pensar qué le pasa a ese segmento específico, qué cosas están mitigadas, cuáles aumentadas, y qué cosas hay que mejorar.

En ese sentido creo que este informe, que está pensado como un informe de divulgación para activar la sensibilización de un amplio público que tal vez no tiene conocimientos previos, es una puerta que abre preguntas en el público en general e impulsa a quienes estamos en el campo de la investigación a testear y profundizar algunas cosas. Es un informe útil, que provoca, genera cosas.

Y dentro de los distintos capítulos que aborda, todos con cifras tan alarmantes como que un 51 % de los jóvenes son pobres, ¿cuál te interesó en particular?

Específicamente una de las cosas que me impactó dentro los diferentes aspectos que trabaja el informe es el de las violencias, y su incidencia dentro de los otros problemas que sabemos que tiene la población de niños adolescentes y jóvenes.

Es un capítulo que abarca muchísimas cosas, desde el abuso familiar, las violencias punitivas por parte de las fuerzas de seguridad, la trata, el bullying, etc. Un conjunto de  problemáticas que en términos académicos seguramente requieren un tratamiento específico y profundo, pero que me parece que en este marco transmiten un mensaje claro: miren todo lo que les pasa a los adolescentes, por cuantas violencias están atravesados

Además, si vinculamos este tema con las otras temáticas, sea las referidas al acceso a la salud, la falta de información, la incidencia de los embarazos adolescentes, las violencias vinculadas al mercado laboral, desde la explotación sexual laboral, hasta la precarización, etc, creo que  se pone de manifiesto algo que a muchos nos interesa que quede claro: este es un sector que socialmente es víctima de muchísimas cosas que suceden por efecto del entramado social, por lo que no podemos ensañarnos al formular políticas con los adolescentes, cuando ya son portadores de tanta vulneración de derechos, les pasan tantas cosas, y poseen una subjetividad tan lesionada, tan restringida.

Si bien existen ciertas observaciones en términos de estratificación social el informe habla de la adolescencia como un todo   

Creo que, justamente, otra virtud del informe es que prescinde de la estratificación social, da datos diferenciales en términos regiones, o de sectores sociales, pero apunta a instalar el tema de la adolescencia como un todo, no como la adolescencia de los pobres y la de los ricos, porque las violencias los atraviesan a todos, las muertes evitables también. En todo caso hay un sesgo fuerte en cuestiones de violencia referido al género: los varones se suicidan más, las chicas sufren más en términos de abusos sexuales, pero me parece que es interesante que hable de todos los adolescentes.

Luego del diagnóstico, cuál debería ser su impacto en término de la toma de decisiones por parte del Estado 

Justamente, una de las cosas que me llamó la atención fue que la misma semana que apareció este informe se lanzó también el que realizó la Universidad Católica Argentina, a través de su Observatorio de la Deuda Social, porque mientras que UNICEF interpela al estado poniéndolo en un rol proactivo, y de ampliación de derechos, el de la Universidad promueve la focalización en términos de políticas públicas, algo que a mí como analista social me preocupa muchísimo.

Entonces frente a estas cifras hay dos caminos: el que plantea UNICEF poniendo la pelota en la cancha y apelando a interpelar al Estado, planteando que no se puede seguir así, y que todo lo que pasa en el entramado social a este segmento le pasa más, por lo que se requiere, justamente, más Estado; o el que plantea el otro informe donde trabajando con enfoques multidimensionales de pobreza se plantea que las cosas no están tan mal, y que la respuesta deben ser políticas focalizadas, algo que para quienes venimos investigando estos temas  es sinónimo de restricción, porque la focalización implica asistidos, beneficiarios y no portadores de derechos.

Sobre Silvia Guemureman

Socióloga, especialista en problemáticas sociales infanto juveniles y Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Investigadora de Conicet en el Instituto Gino Germani (UBA).  Profesora en la UBA en grado y posgrado. También, desempeño docente en la UNRN en el área de Criminología. Directora del Observatorio de Adolescentes y Jóvenes http://observatoriojovenesiigg.sociales.uba.ar/ radicado en el Instituto Gino Germani.

Autora, entre otras publicaciones de “La niñez ajusticiada” (2001), “Érase una vez… en un tribunal de menores” (2005), “La cartografía moral de las prácticas judiciales en los tribunales de menores” (2010), “Adentro y afuera: Juventudes, sistema penal y políticas de seguridad” (2015). También fue la directora de “Políticas penales y políticas se seguridad dirigidas hacia adolescentes y jóvenes en Argentina” (2015).