Bajo el patrocinio de Eumenes de Pérgamo, y su magnÃfica biblioteca, el pergamino se convirtió en el principal sustituto del papiro y revolucionó la historia de la escritura.
Junto con el papiro, el pergamino es el antecesor más importante del papel y guarda un lugar destacado como soporte de documentación escrita, especialmente en tiempos en que el Imperio Romano dominaba el mundo.
A lo largo de la historia, el hombre buscó los mejores soportes para dejar registro o información de manera escrita. Tallados en piedra y madera o grabados en arcilla o cerámica demandaban demasiado trabajo y el comercio principalmente exigÃa medios más rápidos y efectivos para su almacenamiento. El papiro fue el primero de los materiales flexibles utilizados en la escritura.
Hace más de 4000 años, en Egipto y la actual Sudan, proliferaba su uso gracias a la facilidad para transportar y guardar las piezas escritas. Sin embargo, la humedad era un serio problema ya que podÃa dañarlos e incluso desintegrarlos. A esto se sumaba el acotado territorio en que podÃan cultivarse las plantas con que se elaboraban, cerca del Nilo y de algunos rÃos de la región, obligando al resto de naciones a importarlo. En pocos siglos, y debido a la explotación continua, comenzó a escasear y encarecerse. Era el momento para hallar el sustituto y es cuando aparece el pergamino.
El pergamino no nace en Pérgamo
Según Heródoto, durante el siglo V a.C. en territorios jonios de Asia Menor, se habÃa comenzado a utilizar las pieles de animales como soporte de escritura a las que llamaban diphtherai, y que luego conoceremos como rollos.
Algunos textos egipcios datados entre el 2550 y 2450 a. C. mencionan el uso del cuero como superficie de escritura. Mil años después, el famoso «Libro de los Muertos» ya se escribÃa en pieles de animales porque resultaban más duraderas que el papiro.
Pero inclusivo los sumerios no eran ajenos al uso de pieles, amen a que fueron precursores en el uso de las tablillas de arcilla y de la escritura. Preparaban el material lavándolo, pasándolo por una mezcla de harina, cerveza y vino, de calidad, para luego prensarlo con alumbre (una sal mineral que hace que los tejidos animales se contraigan), agallas de robles (hiel) y grasa de buey. Recetas similares en su preparación fueron documentadas por algunos pueblos hititas.
De estos procesos se obtenÃa un cuero muy refinado y apto para la escritura, pero no exactamente el pergamino que se popularizarÃa más tarde. Era flexible, resistente al agua y a la humedad, pero no ofrecÃa la facilidad para portarlo o almacenarlo que tenÃa el papiro. Ahà residÃa la principal diferencia entre estos y los de Pérgamo, más lisos, firmes y maleables.
La palabra pergamino (pergamenum en latÃn) si proviene del nombre de la ciudad de Pérgamo, donde se perfeccionó la producción. Fue allÃ, en el siglo II a. C., donde se construyó allà la gran biblioteca que se convertirÃa en la principal rival de su par de AlejandrÃa en la antigüedad.
Cuanto más crecÃa la necesidad de conservar escritos, más aumentaba la demanda, la explotación de las cañas y la consiguiente alza del precio del papiro. Fue entonces cuando en Pérgamo, quienes no contaban con producción de esta materia prima, se abocaron a mejorar el proceso de confección del pergamino y la vitela.
Como algo anticipamos, no era algo nuevo, e incluso la idea del rollo escrito provenÃa de la cultura rabÃnica. EspecÃficamente, un tipo especial de pergamino, la llamada vitela, se hacÃa más y más popular en esta región. Era creada a partir de pieles más finas, especialmente de becerro y cabra.
La personificación de los grandes cambios que se atribuyen a este soporte de escritura recae en el rey Eumenes II de Pérgamo, quien gobernó de 197 a 159 a. C. esta ciudad-estado griega ubicada en lo que ahora es el noroeste de TurquÃa. Sus territorios no eran bastos, se extendÃan más allá de esta ciudad y algunos pueblos locales cercanos, pero Pérgamo se habÃa transformado en una potencia polÃtica y cultural. Justamente, el principal de los logros de esta nación fue la fundación de su gran biblioteca, levantada con la finalidad de rivalizar con la de AlejandrÃa.
Compitiendo por ser la biblioteca más grande del mundo antiguo
Donde hoy se ubica la ciudad turca de Bérgama, en Anatolia, una vez se levantó una de las más importantes metrópolis de la era helenÃstica: Pérgamo. Su ruptura con Macedonia y la alianza con la República Romana acrecentó su poderÃo y le sirvió al rey para ampliar la supremacÃa cultural que tanto anhelaba erigiendo como sÃmbolo la famosa biblioteca.
En aquellos dÃas la ciudad, que contaba con una población de unas 200 mil personas, ofrecÃa resistencia a sus rivales desde un lado bastante singular. No se trataba del poderÃo militar o económico, sino cultural. El objetivo era superar a AlejandrÃa y AntioquÃa en número de obras de arte, especialmente esculturas y edificios como el Gran Altar de Pérgamo. Pero sin dudas, su biblioteca era el corazón de su patrimonio cultural.
Este edificio albergó en su momento de apogeo unos 200 mil volúmenes, en gran parte gracias a la fascinación de coleccionar escritos y de la mejora de los pergaminos.
Hay muchas historias y fantasÃas alrededor de su afán de conquista cultural. Una de ellas cuenta que los ciudadanos de la cercana ciudad de Scepsis, herederos de la colección de Aristóteles a través de unos de sus estudiantes, prefirieron enterrar este tesoro para evitar que cayera en las codiciosas manos de Pérgamo. Otras fuentes citan algunos de los grandes aportes que recibÃa. Flavia Melitene, esposa de un polÃtico y rica ciudadana fue una de las grandes colaboradoras de la biblioteca, con textos y esculturas, incluyendo la del emperador romano Adriano.
La competencia con la biblioteca egipcia potenció de alguna manera la fama de ambas. Ambas emprendieron una carrera por la acumulación de colecciones de textos, por convertirse en la principal fuente de conocimiento y también rivalizaron en el pensamiento crÃtico a través de las escuelas que cada una desarrollo.
Eumenes no se conformó solo con coleccionar rollos, también quiso llevarse Aristófanes, el bibliotecario jefe de AlejandrÃa. De allà surge la historia de que Ptolomeo, el rey egipcio de aquel momento, lo ató con grilletes para asegurar que siguiera en su puesto. E inclusive que en su afán de revancha habÃa ido más allá y trabó todas las exportaciones de papiros a la ciudad griega. Algo de realidad y algo de fantasÃa hay en esta historia que más adelante tratamos en detalle de aclarar.
Lo que sà termina siendo del todo cierto es que el problema de escasez de papiro creo la necesidad de perfeccionar otra superficie de escritura, y que el rey Eumenes se llevarÃa todo el crédito.
Cuando Marco Antonio, quien gobernaba en nombre de Roma estos territorios del imperio, se enamoró de Cleopatra, le entregó como regalo de bodas los 200 mil volúmenes para la biblioteca de AlejandrÃa. Lamentablemente, ninguno de esos escritos puede ser hoy identificados y no se sabe a ciencia cierta si han sido quemados o destruidos. Si bien el incidente en épocas de Julio César sucedió antes, se cree que hubo dos episodios posteriores que pueden haber terminado con esta riqueza cultural. La primera entre los años 270-275 d.C. con la toma del ejercito Aureliano, y luego debido al decreto del Papa Teófilo de AlejandrÃa que ordenaba la destrucción de todo conocimiento pagano en nombre de Dios en el 391 de nuestra era. Si algo de todo quedaba, la conquista musulmana del siglo VII desterró los últimos documentos que podrÃan haber quedado.
De lo que sà tenemos vestigios es del edificio que una vez albergó a la biblioteca de Pérgamo. Para los arqueólogos es la única en su tipo de la que se tiene evidencia material cierta del mundo antiguo, y han logrado reconstruir el trazado completo de las plantas del diseño original. TenÃa una sala central monumental presidida por una gran estatua de una deidad, se supone serÃa de Atenea, que regÃa su entrada. Este gran salón tenÃa una exedra, una sala lateral porticada, donde se levantarÃan los estantes. Todos los rollos y textos se guardaban en armarios cerrados de unos 2 metros de altura ubicados en estas estanterÃas. Por encima de estos armarios se abrÃan ventanales hasta el techo que permitÃan la entrada de luz natural perfecta para la lectura durante las horas del dÃa.
Se habÃa diseñado con espacio entre los estantes y paredes exteriores para circule aire fresco y asà evitar que los manuscritos reciban mucha humedad de paredes y cimientos, especialmente si pensamos en el clima de esta región de la actual TurquÃa. Siempre es importante recordar que uno de los principales enemigos, de ayer y de siempre, en las bibliotecas es justamente la humedad.
Se cree que solo una parte de la colección se guardaba en los estantes del salón. También hay rastros de que se construyeron salas auxiliares para albergar su creciente colección, especialmente durante la ampliaciones llevadas a cabo por el rey Eumenes II. Sin embargo, estas salas solo estaban destinadas al almacenamiento de obras y como lugar de trabajo de los escribas.
Aún en ruinas, hoy la biblioteca sigue en pie como testimonio de la gran riqueza de conocimientos que poseÃan los antiguos griegos, romanos y los reinos aliados.
La verdadera conquista del Papiro
Más allá de las fantasÃas que pueden despertar las leyendas sobre la expansión del pergamino, la verdadera historia se ciñe más a acontecimientos polÃticos y económicos que a intrigas y rivalidades palaciegas. Si es verdad que tiene su origen en disputas que ocasionaron la falta de suministro de papiro egipcio.
En la misma época en que transcurrÃa el reinado de Eumenes II, Roma ya estaba preocupada por el posible avance del rey sirio AntÃoco IV sobre Egipto, y por esta razón habÃa enviado una delegación para monitorear de cerca lo que estaba sucediendo. Sin embargo, el rey de Egipto muy mal asesorado ordenó atacar los territorios seléucidas y recibió un fuerte contrataque que en menos de un año dejó todo el territorio ocupado, y con el faraón rindiendo pleitesÃa a AntÃoco.
La única gran ciudad que habÃa logrado eludir el ataque seléucida fue AlejandrÃa, pero sus ciudadanos habÃan proclamado como nuevo gobernante al hermano menor de Filométor, e actual faraón. Con Egipto dividido, y a pesar de sentirse frustrado por el resultado, AntÃoco estaba seguro de que serÃa más fácil de someter a este reino. Pero para su sorpresa, y de manera impensada, los Ptolomeos se unieron frente a su adversario.
Lamentablemente, pese a mantenerse unidos AntÃoco avanzó con todas sus fuerzas y fue el ejercito romano, encabezado por el Senador Cayo Popilio Laenas, quien puso el ultimátum a los invasores para su retirada. Es conocida la historia en que el senador romano traza con un báculo un cÃrculo alrededor de AntÃoco y lo desafÃa a cruzar la lÃnea.
Entre tantas historias de guerras y conquistas, este episodio no fue más que una anécdota pero, para los antiguos escribas y la historia documentada escrita, fue un verdadero punto de inflexión. La guerra afectó la economÃa egipcia y, la producción y la exportación de papiro se detuvo casi por completo.
Estar en el lugar indicado, en el momento justo fue perfectamente lo que sucedió con Crates de Mallus, el principal erudito de la biblioteca de Pérgamo. En estos dÃas de guerra y escasez de Papiro, la delegación de Eumenes encabezada por Crates habÃa llegado a Roma para solicitar que le concedieran el mismo rango que le habÃa sido otorgado a ArÃstarco, sucesor de Aristófanes (bibliotecario de AlejandrÃa).
La visita comenzó con un accidente que retuvo al erudito más tiempo de lo planeado en la ciudad pero que dio lugar a una serie de audiencias y reuniones en las cuales sus pedidos y palabras estaban plasmadas en el soporte de escritura reformulado: el pergamino. Roma, desesperada por hallar un sustituto al papiro cayó rendida frente a este nuevo soporte, y el pergamino comenzó un camino de expansión imparable por siglos, conquistando el terreno de la escritura en el mundo antiguo.