En octubre de 1919, Pedro FarÃas, un niño que asistÃa a las caravanas de troperos que trasladaban mercaderÃas en la LÃnea Sur, murió asesinado por querer tocar la guitarra. Con el tiempo su historia empezó a crecer y difundirse, y aquel maruchito se volvió un santo popular protector de los viajeros, venerado en toda la Patagonia Norte.
El Maruchito, como se denomina a los chicos que se encargaban de buscar alimentos para las mulas, leña para encender el fuego, y que se ocupaban de otros trabajos menores para las caravanas de troperos, hoy tiene su ermita a unos 10 km de Aguada Guzmán, un pequeño poblado ubicado al sudoeste de General Roca.
Hasta allÃ, todos los dÃas se acercan los viajeros, pidiéndoles protección en su camino, pero también los enfermos, las familias, jóvenes, ancianos y niños que reconocen y saben de sus milagros.
Conmemorando el centenario de aquella muerte que dio nacimiento al mito, el 19 de octubre pasado más de 2000 personas participaron de una gran celebración organizada por las Escuelas de Arte Popular del Instituto Universitario Patagónico de Artes (IUPA), en las inmediaciones de la ermita.
Además, como antesala de la fiesta, el IUPA y el diario de RÃo Negro presentaron La Pasión del Maruchito un especial transmedia que recrea y recorre aquella historia, a través de notas, entrevistas, un documental y una serie web.
Para conocer algunos detalles más de este proyecto que habla de la memoria y la identidad profunda de los rionegrinos, Palabras dialogó con Federico Laffite, realizador audiovisual, docente del IUPA, director y guionista de la web serie y el documental.
¿Quién era y qué significa el Maruchito para los rionegrinos?
Pedro FarÃas era un niño que acompañaba a las tropas de carros que comerciaban en la Patagonia en las primeras décadas del siglo pasado. Se encargaba de alimentar a las mulas, de juntar leña y preparar el fuego, y cuentan también que tenÃa una gran pasión por la música, y especÃficamente por tocar la guitarra.
Con ese interés, un dÃa, luego de insistirle mucho a su patrón que le preste una guitarra, frente a su constante negativa decidió tomarla. Asà el patrón al descubrirlo le pegó 2 puñaladas, y lo dejó tirado en el camino. Quienes lo encontraron intentaron salvarlo y se lo llevaron a una famosa curandera chilena de la zona, pero las heridas eran muy profundas y el niño murió.
Todo esto sucedió en el marco de la generación de la nueva economÃa de la Patagonia, por eso para nosotros rescatar la historia del Maruchito es rescatar la de la Patagonia norte, porque este relato tiene mucho que ver con su conformación.
¿Cómo surge el proyecto de conmemorar los 100 años del nacimiento del mito del Maruchito con un proyecto transmedia?Â
A inicios de este año el rector del IUPA nos planteó que busquemos formas de acompañar desde aquà la celebración del Maruchito, que se realizarÃa en octubre. Asà desde inicios de año tuvimos diferentes encuentros con gente del diario de RÃo Negro para pensar qué tipo de acompañamiento podÃamos dar, y surgió la posibilidad de encarar un proyecto transmedia, que con la fiesta como eje, impulse que la gente vaya, difundiendo y profundizando la historia.
Finalmente, generamos un dossier o perfil muy completo, con una serie de entrevistas y notas, un documental de 12 minutos, y una serie web, integrada por 5 capÃtulos de 6 minutos.
¿Además de la posibilidad de llegar a distintos públicos por qué decidieron realizar 2 productos audiovisuales para ingresar a la historia?
Yo particularmente conocÃa esta historia hace más de 20 años, porque siempre me interesó buscar relatos que se puedan contar desde la Patagonia norte, desde RÃo Negro, mi región, historias que nutran lo que somos como rionegrinos. Igualmente, la conocÃa, pero no sabÃa cómo abordarla, y este proyecto transmedia creo que me dio la oportunidad, a través de la investigación, de encontrar ese camino.
En esa lÃnea lo primero que hicimos fue pensar a quién querÃamos contarle esta historia, quién era nuestro público. Asà decidimos que la historia esté contada para nuestros vecinos rionegrinos en primera instancia, aquellos que la conocen porque hay alguna escuela que se llama Maruchito, o porque era una tarea que nuestros abuelos hacÃan en el campo. También, nos pareció importante que como elemento central la historia haga referencia al arte, a la música, al significado que tiene en el campo la guitarra, un instrumento musical que acompaña a la gente que está sola.
Luego el documental clásico partió de las entrevistas que fuimos haciendo para distintas notas, y que registramos antes de decidir que lo harÃamos, para nutrir al diario. La serie web, en tanto, la hicimos pensando en un público más joven, que mira en el celular lo que va pasando o le interesa, y busca formatos más ágiles, que involucran otra sensibilidad.
Igualmente, más allá de nuestras ideas, el documental y la serie web, y también muchas de las notas que realizamos, definitivamente fueron posibles por los aportes que fuimos recibiendo a medida que la gente se fue sumando, y fue participando. Esto no fue un proyecto solo de IUPA y el Diario de RÃo Negro, sino también de mucha gente, como el padre Javier, de una comunidad que trabaja mucho con el Maruchito, y fue aportando ideas, contactos, modos de ver esta celebración; de Javier Serrano, que es el maestro de la escuela de Aguada Guzmán, que nos alojó varias veces y que cada vez que Ãbamos nos traÃa gente para que nos cuente alguna historia del Maruchito, y de tantos otros.
En ese camino, por ejemplo, para nosotros fue un quiebre llegar a la historia de Felisa MartÃnez, una abuela, que aparece en el quinto capÃtulo de la miniserie, que fue criada por la curandera que intentó salvar al Maruchito. Hablar con Felisa nos enfrentó de lleno a otro punto de vista. Nos cambió la perspectiva, y nos dimos cuenta cuan nuestra era esa historia, cuan actual, porque es una historia de injusticia social, de trabajo infantil, Y asà fue como este proyecto se transformó en aquello que tenÃamos planificado pero nunca a este nivel.
¿Y en ese camino entiendo que el Maruchito también aportó su energÃa?
Partiendo de la base, como decÃan las abuelas, de que yo no creo en las brujas pero que las hay las hay, cuando comenzamos este proyecto lo primero que hicimos con el equipo es ir al lugar para hacer una ceremonia nuestra, chiquita, pidiéndole al Maruchito que nos acompañe en este viaje.
Cuando llegamos era un dÃa soñado, sin nubes, sin viento, llegamos a la ermita, donde están los huesitos del Maruchito, prendimos las velas, le pedimos al Maruchito que nos acompañe en este viaje que iba a ser el rodaje para la realización del proyecto transmedia, y el mástil que está junto a la ermita comenzó a vibrar, pero a vibrar muchÃsimo, a hacer un ruido muy particular.
Al escuchar el ruido, salimos de la ermita, y vimos que el mástil se movÃa de una manera escandalosa, aunque todos pudimos ver que no soplaba viento…asà comenzamos el rodaje.
Luego,  todos habÃamos visto a la abuela Felisa MartÃnez en youtube, en una entrevista que le habÃan realizado hace más de 20 años, pero ahora no la podÃamos ubicar, algunos decÃan que se habÃa ido a Bariloche, otros que habÃa muerto… ya estábamos resignados a no contar con ella. Pero de pronto, buscando unos caballos de tire para la secuencia de las carretas de la serie web nos mandan a una casa que estaba en una esquina, golpeamos, nos atienden y nos dicen que allà no era, golpeamos en la puerta de al lado, y sale Felisa MartÃnez, realmente sentimos que el Maruchito estaba metido allÃ. Entonces, no sé si las hay… pero yo creo.
¿Aunque han pasado pocos dÃas desde la presentación cuáles son tus sensaciones con lo que ha generado esta historia?
TodavÃa estamos trabajando en la realización de una última pieza que va a cerrar todo, donde contamos un poco la cuestión institucional, el por qué realizamos este proyecto desde el IUPA, asà que no pude detenerme a ver qué habÃa pasado, aunque sé que el documental fue visto más de 5000 veces en una sola semana, y que la serie web también.
En ese sentido yo creo que esta es una historia de la que todos en nuestra provincia de alguna forma habÃamos escuchado, pero ahora nos estamos encontrando con ella, nos estamos acercando hacia una historia, que es importante que se reconozca y se ponga en valor porque hace a nuestra identidad. El Maruchito es nuestro santo popular, nuestro santo rionegrino, por eso si más gente se acerca al lugar, si se toma el tiempo de pasar por la ermita, entiendo que nuestro objetivo estarÃa cumplido.
Mirá el documental La Pasión del Maruchito ingresando aquÃ.
Mirá la serie web La Pasión del Maruchito ingresando aquÃ