Entrevistas

Nahuel Mutti, protagonista de Beatnik: “hoy ser rebelde es plantar un árbol, no provocar un incendio”

Todos los viernes y sábados, hasta mediados de diciembre, se presenta en el Maipo Kabaret “Beatnik” la primera obra teatral que recrea el intenso derrotero de los miembros la generación beat, uno de los movimientos literarios más potentes del siglo XX, que fue germen de la contracultura norteamericana. “La Generación Beat fue una visión que […]

Todos los viernes y sábados, hasta mediados de diciembre, se presenta en el Maipo Kabaret “Beatnik” la primera obra teatral que recrea el intenso derrotero de los miembros la generación beat, uno de los movimientos literarios más potentes del siglo XX, que fue germen de la contracultura norteamericana.

“La Generación Beat fue una visión que tuvimos John Clellon Holmes 67 y yo, y Allen Ginsberg más salvajemente todavía, hacia fines de los años cuarenta, de una generación de hipsters locos e iluminados, que aparecieron de pronto y empezaron a errar por los caminos de América, graves, indiscretos, haciendo dedo, harapientos, beatíficos, hermosos, de una fea belleza beat”, relataba Jack Kerouac en un artículo publicado en la revista Esquire en 1958, sobre los orígenes de aquel movimiento que plantó los cimientos del hippismo y alimentó las ideas de los máximos referentes de la música y las artes de las décadas del 60 y el 70,  desde Bob Dylan, pasando por los Beatles, hasta Morrison o los Rolling Stone.

“Beatnik cuenta la historia de los miembros del grupo fundador de esa generación integrado por Jack Kerouac, William Burroughs, Allen Ginsberg, Lucien Carr y David Kammerer. Es un relato verídico que aborda de manera no lineal, pero sí de manera histórica, los vínculos, los dramas, y las obsesiones de estos poetas de la década del 50, rebeldes, anarquistas, pacifistas, que experimentaban con drogas y bregaban por la libertad sexual” le cuenta a Palabras Nahuel Mutti, quien hace un año asume cada fin de semana, bajo la dirección de Osvaldo Laport, el desafío de ponerse en la piel de Allen Ginsberg.

Junto a él, completan el elenco de esta obra realizada sobre un guión de Franciso Scarponi, Alejo Ortiz, Florencia Prada, Sebastian Francini, Rodrigo Esmella, y Martin Urbaneja. Un grupo ecléctico, mancomunado en torno a un objetivo común, transmitir en escena la fuerza de aquella generación.

“Siempre cuando uno entra a un elenco, a un grupo de trabajo lo importante es dar cuenta de que todos tenemos una meta en común: hacer algo que esté bueno, desde ahí lo primordial es sumar, correrse de los prejuicios si los hubiese, y crecer con el otro en función de esa meta en común”, reafirma Mutti.

¿Qué nos podés contar sobre la puesta?

La obra es sumamente dinámica, no existen cortes entre escenas, todos  los cambios se realizan con los actores sobre el escenario, es una obra con mucho ritmo, múltiples momentos de tensión, y diversos climas, que va  dando cuenta de los vínculos, los dramas, y las obsesiones, de estos personajes, y también de ciertos hechos trágicos que los tuvieron como protagonistas, como el asesinato Joan Vollmer, la mujer de William Burroughs,  a quien él mata de manera accidental en un juego realizado con un arma, o el David Kammerer, asesinado por su amigo Lucien Carr, con quien mantenía una ambivalente relación.

¿Es necesario conocer estos sucesos o  a los miembros de la generación Beat para verla?

Para nada, aunque una de las grandes satisfacciones es que muchas personas que vieron la obra nos cuentan que luego se han interesado en conocerlos. Creo que en este punto la clave es que  aunque el texto obviamente está adaptado para ser compresible por nuestro público, es muy genuino a la hora de recrear el espíritu de ese movimiento.

¿Cómo fue en lo personal el trabajo de interpretar a una figura como Ginsberg?

Intenso, de mucho laburo individual con el texto, y luego en compañía del director y de mis compañeros, de mucha lectura y mucha investigación, y sobre todo constante, porque aunque hace un año que hacemos la obra siempre vas encontrando algo nuevo, comprendiendo más tus textos y los de los demás, por lo que en cada función es diferente.

¿Qué es lo que más te impactó de los beatniks en esa indagación?

Su esfuerzo por cambiar los paradigmas con la pluma, con la poesía, porque yo creo que la rebeldía debe ser eso. Creo que hoy ser rebelde es plantar un árbol, no provocar un incendio. Ser rebelde es ser ecológico, tener una vida sana, creo en esa rebeldía, y confío en que pase por ahí la que se despierte en las nuevas generaciones, porque también es desde ese lugar que se pueden generar muchos cambios.