La revolución tecnológica, el surgimiento de nuevas formas de organización en red y la interdependencia global de las economías y sociedades, fueron algunos de los tópicos que abordó el sociólogo español Manuel Castells en el marco de la conferencia «Modelos de desarrollo en la era de la información: globalización, tecnología y empresa red”, organizada por el Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI), que se desarrolló en Buenos Aires durante los primeros días de marzo.
Diego Golombek, coordinador del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Dr. Lino Barañao y la directora general del CIECTI, Dra. Ruth Ladenheim, oficiaron de presentadores de la conferencia, en la que durante más de una hora, y frente a un auditorio completo, Castells repasó las diferentes aristas de la transformación del desarrollo en la era informacional global.
Para comenzar, Castells, uno de los cinco autores más citados en publicaciones académicas y el primero en aquellas referidas a las TICS, brindó su concepto de desarrollo social, al que definió como “el proceso en el cuál las personas (no los países), incrementan sus capacidades para mejorar sus vidas en concordancia con sus valores e intereses”. Poniendo énfasis en que su formulación “es un concepto no en términos de indicadores de crecimiento sino en términos de como las personas desde su subjetividad, mejoran las condiciones de su propia vida”, y aclarando, que el desarrollo social “concebido así, atraviesa proyectos personales, estrategias empresariales y políticas de gobierno”.
Junto a ese concepto nodal para el desarrollo de la conferencia, Castells se detuvo en su clásica polémica con la idea de “sociedad de la información” y enumeró las razones que lo llevaron a acuñar la idea de era de la información, para caracterizar nuestra contemporaneidad: “Este contexto histórico, al que yo caracterizo como la era de la información, posee las siguientes características: la revolución tecnológico informacional, que se constituye como nuevo paradigma transversal en los 70, y se difunde al conjunto del mundo, hablamos de era de información y no de sociedad, porque sociedad de la información es redundante, todas las sociedades han sido de la información, la información y la comunicación han sido siempre procesos centrales que atraviesan todos los ámbitos de la actividad humana. Hoy hablamos de era de la información porque se ha producido una revolución en el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación”.
Lejos de caer en el determinismo tecnológico, como rápidamente aclaró, Castells planteó que los cambios tecnológicos “se dan en conjunción con otros cambios: culturales, institucionales, económicos, que interactúan, y es así como se va constituyendo un nuevo modelo de estructura social que yo caracterizo como sociedad en red, no sociedad de la información”.
“Esta nueva estructura social, explicó, implica una nueva forma de actividad en todo, la estructura en red cambia todos los procesos organizativos, cambia la producción, el consumo, la organización económica, cultural, de los medios de comunicación”,
La globalización, para el catedrático, entonces “es una red de redes. Es la interacción de unidades productivas, unidades de gestión en tiempo real en el conjunto del planeta, que es posible por esa transformación de la tecnología, pero que no es el resultado de la tecnología, sino de los procesos de reajuste económico e institucional que se produjeron tras la crisis de los 70. No es una necesidad histórica, sino la expresión macro de transformaciones más importantes que se han producido a nivel de la práctica cotidiana, por la emergencia de un universo tecno social basado todo en redes”.
Sobre la novedad del concepto de red, Castells señaló que “las redes no son nuevas, es una de las formas más antiguas de organización social de la humanidad, pero las redes siempre han tenido una gran ventaja y un gran inconveniente: la ventaja es la flexibilidad, la maleabilidad que les permite adaptarse en función de las condiciones cambiantes del entorno. La desventaja es que las redes no podían manejar la complejidad a partir de un cierto volumen de elementos incluidos.
“Los grandes proyectos, la producción, la guerra no se manejaban en red, eso era el Estado, las iglesias, organizaciones verticales y jerarquizadas, y en la lucha entre la sociedad y las maquinarias de dominación, siempre ganaban los grandes mastodontes verticalmente organizados. Eso cambió por la tecnología, porque la tecnología permite la diversificación, la descentralización y la flexibilidad de los proyectos y la unidad del propósito”. Siguiendo esta línea, para el intelectual “internet, y sus derivados se constituyen en lo que era la electricidad en la sociedad industrial”.
Sobre los cambios culturales contemporáneos el autor de la “La era de la Información” destaco que ese proceso es paralelo, no derivado y que “constituye una nueva forma de pensar y organizar la actividad humana, que eso es la emergencia de la cultura de la autonomía, como cultura central en nuestras sociedades”.
“La autonomía es hoy la aspiración mayor de nuestras sociedades, enfatizó, el ser yo, que se me reconozca como sujeto de derechos humanos, y esto tiene en cada área sus expresiones: el emprendedor en la actividad económica, la reconstrucción de los proyectos colectivos por fuera de las maquinarias burocráticas en política, en el arte la posibilidad de redefinir qué es el arte por fuera de los mandatos de las grandes galerías”, mencionó entre otros ejemplos.
Promediando su exposición Castells invitó a la audiencia a pensar cómo se reorganizan los de modelos de desarrollo en función de su definición, “no como desarrollo económico sino a partir del incremento de las capacidades de las personas, de mejora en sus vidas en los términos que definen los propios sujetos”.
Y, en esa línea, luego de sostener que “debemos entender que las sociedades no son unificadas, que todo el mundo no es feliz porque sube un punto el PBI, reconoció que aún el bienestar humano “definido por las propias personas” está condicionado por el crecimiento económico y la producción material de riqueza, “no totalmente, pero en gran parte”.
Sobre este punto, el español planteó algunas dificultades que “no todas las sociedades están siendo capaces de manejar”, como el tiempo. “Los efectos de la difusión de la innovación tecnológica tardan tiempo, porque requieren una transformación del entorno productivo general”; los modelos de organización, “otra razón que bloquea el impacto de la tecnología es la organización empresarial, en las empresas burocratizadas la introducción de tecnología disminuye la productividad, si informatizas la burocracia esta se hace más burocratizada. Y, finalmente, que el modelo de desarrollo informacional requiere, “introducción de tecnología, introducción de organización en red, e inversión en recursos humanos capaces de manejar la tecnología y la organización”.
En este punto, Castells se alejó de las definiciones clásicas de desarrollo humano, “que implica primero se produce y luego se distribuye, lo que se puede o cuanto se puede, como una derivada del desarrollo productivo” y bregó por una relación “sinergística” entre desarrollo productivo y humano, aunque aclaró que “un desarrollo informacional sin desarrollo humano se bloquea por falta de insumos estratégicos, pero un desarrollo humano logrado sin altos niveles de competitividad y productividad, solo por políticas públicas de subsidios y financiadas con deuda, también se bloquea porque no hay base productiva para mantenerlo”.
Finalmente destacó el papel de la política: “hoy muchos plantean que en realidad el desarrollo es la felicidad, concepto etéreo, que cada uno define, pero que en general convenimos, no es solo el aumento del bienestar material, sino la capacidad de gestionar nuestra vida de otra manera, y la consecuencia de esto es el desarrollo como empoderamiento de las personas para decidir qué es lo que ellos consideran como bienestar. Por lo tanto, en último término, desarrollo informacional y desarrollo humano para articularse con la sociedad conduce al desarrollo político: la capacidad de las sociedades y las personas, de ir definiendo y rectificando las condiciones de su desarrollo”.