Desde el 11 de julio el caos se apoderará del Museo Nacional de Bellas Artes con “Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva”, una exposición que repasará los 60 años de trayectoria del gran artista argentino con la mirada puesta en el futuro.
Más de 120 obras, entre pinturas, dibujos e instalaciones, realizadas a lo largo de sesenta años, conformarán el cuerpo de esta mega muestra curada por Cecilia Ivancevich, que recorrerá la carrera de Noé tomando como foco las constantes y variables con las que el artista desarrolló su “estética del caos”, desde 1957 hasta la actualidad.
La conciencia histórica, la visión fragmentada y la línea vital, serán, antes que el ordenamiento cronológico, las claves de lectura propuestas en la exposición para indagar en la producción de Noé desde una perspectiva que, explicó la curadora tiene un doble sentido: “el artista mira hacia el futuro y las nuevas generaciones miran a Noé”.
“Por un lado, la conciencia histórica marca el recorrido: el artista aparece como testigo de su época para apropiársela y evocarla a través de la cita, la denuncia y la ironía. Para Noé, toda cita a la historia tiene sentido siempre que su eco resuene en el presente, por eso incluye referencias a la historia argentina y a la historia del arte universal. El segundo enfoque piensa la producción de Noé desde la visión fragmentada: el artista divide la obra para mostrar distintas realidades coexistentes. Consciente de sus coordenadas geográficas y temporales, replica en las formas la fragmentación que observa en la sociedad argentina. Este razonamiento lo lleva a entender el caos y la otredad como parte del mismo sistema.
La tercera lectura muestra un desarrollo de la línea vital como guía de la obra. Desde 1957, puede rastrearse la línea a mano alzada que recorre el papel y que, en los años 70, dará pie a su vuelta a la pintura (Noé postulaba que el arte debía disolverse en la vida social, por lo que, entre 1966 y 1975, deja de pintar), cuando la línea y el color se unen para dar el sentido rítmico del cuadro. A partir de este período, el artista trabaja la naturaleza como sinónimo de la vitalidad latinoamericana”, precisan desde el MNBA.
Obviamente, en el centro, el concepto de caos, que Noé definió como “una estructura compleja de unidades diferentes e independientes”, funcionará como núcleo articulador de la propuesta.
Piezas históricas, una serie de dibujos inéditos de 1957 y otras especialmente creadas por el artista para esta exhibición, entre las que se destaca la impactante instalación “Entreveros” (2017), en la que Noé condensa planteos estéticos de sus distintas épocas y utiliza, entre otros materiales, fragmentos de espejos para incluir el reflejo del espectador en la complejidad del caos, conformarán parte de las obras que podremos encontrar en la muestra.
“Noé hizo de la búsqueda de su propia estética un derrotero singular, que si bien permite anclar su evolución artística en diversas corrientes del último medio siglo, define su inserción a partir de diferencias inasimilables. Rápidamente se lo circunscribe y acota a la Nueva Figuración, que a partir de 1961 animó junto con Ernesto Deira, Jorge de la Vega y Rómulo Macció, pero también es claro que en su obra hay un exceso que, aunque nunca dejó de tenerlo como base, trasciende aquel marco de referencia. «Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva» demuestra la vigencia de este gran artista”, concluyó Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes.
«Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva» podrá recorrerse en el Pabellón de exposiciones temporarias del Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473, desde el 11 de julio al 20 de septiembre, de martes a viernes, de 11 a 20, y sábados y domingos, de 10 a 20, con entrada libre y gratuita.
Sobre el artista
Luis Felipe Noé nació en Buenos Aires, en 1933. Estudió en el taller de Horacio Butler. Residió en París y en Nueva York. Actualmente, vive y trabaja en Buenos Aires. Entre 1961 y 1965, formó parte del grupo conocido como Otra Figuración o Nueva Figuración Argentina, integrado, además, por Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega. En 1964, el grupo fue invitado a participar en el Premio Internacional Guggenheim.
En 1965, realizó la célebre exposición «Noé + experiencias colectivas» en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Allí presentó su primer libro, Antiestética, donde expuso por primera vez su tesis sobre el caos como estructura. En 1966, convencido de que la actividad artística se disolvía en la vida social, inició un período en el que decidió no pintar. Sin embargo, en 1971, sintió que había tomado el camino equivocado y comenzó una terapia psicoanalítica que lo ayudó a retomar su actividad artística, en 1975.Producido el golpe de Estado de marzo de 1976, Noé partió hacia París. Durante los diez años siguientes, presentó su obra en la capital francesa, Nueva York y Buenos Aires. En 1987, regresó a la Argentina.
Noé ha realizado más de 120 exposiciones individuales, desde 1959 hasta la actualidad. Se organizaron muestras retrospectivas sobre su obra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina (1995), en el Palacio de Bellas Artes de México D.F. (1996) y en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, Brasil (2010). En 2009, fue convocado para representar a la Argentina en la 53º Bienal de Venecia y en 2013 fue invitado de honor en la XX Bienal Internacional de Curitiba, Brasil. En los últimos años, ha editado los libros Noescritos, sobre eso que se llama arte (2007) y Mi viaje-cuaderno de bitácora (2015).
Ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional Di Tella (1963), becas del gobierno de Francia (1961) y de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation (1965 y 1966). Por su trayectoria le han otorgado el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes (1997) y el Premio Honor a la trayectoria de la Academia Nacional de las Artes (2015). La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre en 2