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Los vínculos amorosos y el deseo en las películas de Xavier Dolan

Xavier Dolan es un director de cine canadiense que comenzó a escribir películas desde muy temprana edad. Sus films se caracterizan por la forma en que se abordan los vínculos y los deseos, deformándolos y volviéndolos ajenos a las normas establecidas. A pesar de su juventud, la industria lo ha reconocido y premiado en reiteradas […]

Xavier Dolan es un director de cine canadiense que comenzó a escribir películas desde muy temprana edad. Sus films se caracterizan por la forma en que se abordan los vínculos y los deseos, deformándolos y volviéndolos ajenos a las normas establecidas. A pesar de su juventud, la industria lo ha reconocido y premiado en reiteradas ocasiones.

A los diecinueve años estrenó su primera película llamada I killed my mother (2009), que escribió cuando tenía dieciséis, igual que el protagonista de la película. En pleno auge de la adolescencia, Dolan describe la relación entre una madre y su hijo, primera de sus muchas películas en retratar de manera conflictiva, y con rasgos incestuosos, ese tipo de relación. Así, en su primer guion, ya cuestiona las formas del amor y cuáles son los límites que una relación puede soportar en nombre del cariño y del cuidado, y que muchas veces se traduce en obsesión. 

Mommy (2014) también crea una narrativa para mostrar el vínculo entre una madre viuda y su hijo, desromantizando esta relación. La madre no cumple el rol de “la buena madre”, viéndose muchas veces excedida por el comportamiento de su hijo, que tampoco cumple con los ideales que la sociedad exige. 
Steve, el adolescente, sufre un trastorno por déficit de atención con hiperactividad, razón por la cual había estado internado en un psiquiátrico. Entre los dos buscan estrategias para encajar: en la casa, en el vínculo, en la sociedad; no son los estereotipos que se esperan, sin embargo entre ellos construyen otra forma del amor: la forma del amor que pueden.
En Mommy, una vecina cumple un rol particular: frustrada con su vida preestablecida, decide involucrarse con los sujetos desencajados de la casa enfrente, ocupándose por muchos momentos de la crianza y el aprendizaje de Steve. No sólo las madres cumplen el rol de madres y, a su vez, no son sólo los hijos los que aprenden de las madres. Aquí, el aprendizaje y el cuidado es horizontal; parece que todos lo necesitan de igual manera. Al mismo tiempo, el deseo y la sexualidad revolotean alrededor de este trío, volviendo a traer el vínculo entre “las madres” y el hijo como uno edípico y complejo. 

Es evidente que las relaciones entre las múltiples madres e hijos le interesan al director canadiense. Otro ejemplo es Matthias y Maxime (2019), en donde el protagonista, que es interpretado Xavier Dolan, ya no es un adolescente; sus personajes crecen junto con él. Sin embargo, esta relación tampoco es la esperada. La madre, adicta en recuperación, no reconoce las acciones de Maxime como de cuidado. Su relación está tejida, además de por las obligaciones, por el amor. Sin embargo, el amor no excluye las violencias y los enojos. 
A consecuencia a esta carencia de cuidado maternal, Maxime tiene una profunda relación con las madres de sus amigos, especialmente con la de Matthias. 
De todas formas, esta película no trata exclusivamente sobre la relación desfigurada de Maxime con su madre. El autor ya ha matado a su madre, figuradamente, en películas anteriores. Habiendo pasado la adolescencia y siendo un joven, el amor entre pares comienza a tener un rol fundamental en sus guiones.
Entonces, Matthias y Maxime también narra la amistad torcida entre dos varones. Entre ellos hay amor y familiaridad, son amigos desde muy chicos. Pero en el amor amistoso se enmaraña el deseo y las limitaciones que la vida heternormada y monógama plantean. 
Por lo tanto, también en este amor se imbrica el dolor.

Algo de esta incomodidad germinada por el deseo genuino se puede visualizar en la película Les amours imaginaires (2010), en donde dos amigos, Francis y Marie, se enamoran del mismo chico, Nicolas. Acá también el deseo primero surge de la amistad. Entre los tres forman una estrecha relación basada en la intriga y el interés. Sin embargo, algo se rompe cuando a los dos amigos les empieza a gustar la misma persona, formándose así un trío amoroso y amistoso al mismo tiempo. La tensión y el erotismo desbordan en esta película, volviendo cada gesto y movimiento de Nicolas un motivo de competencia y fascinación para los dos amigos. 

Los vínculos amorosos en las películas de Xavier Dolan no cumplen con las leyes sociales, lo que los vuelve más interesantes. 
Tom at the farm (2014) es otra gran película para ejemplificar cómo el deseo y los vínculos en general se vuelven confusos y turbados. Aquí, Tom decide ir a la casa de la madre de su ex novio a consecuencia de su muerte. La madre desconoce la existencia de Tom, así como la condición gay de su hijo. La casa, que queda en una granja, alejada, oscura y llena de animales, es también un matadero, una pista de baile y un infierno donde la ternura también tiene su propio lugar. 
Tom conoce a Francis, el hermano de su novio recientemente muerto. Es el estereotipo de un homófobo matón homosexual. Francis, desde el minuto cero, le delimita cuáles son las obligaciones que Tom debe cumplir para poder estar en la casa donde vive junto con su madre, quien vive en una fantasía por desconocer la vida verdadera de sus hijos.
Tom y Francis construyen una relación de dependencia, odio y extorsión. Sin embargo, más allá las agresiones y de lo particular de su vínculo casi-familiar, el deseo toma protagonismo junto con lo incestuoso de las relaciones: de Tom con Francis y de Francis con su madre.

Los deseos desbordan y el amor no tiene una sola forma. Por el contrario, el amor es amorfo y puede tener tantos colores como personas existan. Laurence Anyways  del año 2012, es un claro ejemplo de que las mutaciones en los vínculos y la complejidad del amor son protagonistas en la vida de las personas.