Hasta el miércoles 17 de julio Espacio INCAA Cine Gaumont presenta Las Facultades, primer largometraje documental de Eloísa Solaas, que indaga y retrata la inquietante situación de la exposición oral, la práctica evaluativa más común en las universidades nacionales de Argentina.
Estudiantes de distintas carreras se preparan para rendir exámenes finales. Botánica, anatomía, sociología, filosofía medieval, derecho penal, morfología, física teórica y piano. Cada uno utiliza sus recursos para sobrellevar la situación. A lo largo de los momentos de espera en los pasillos y, entre el drama y el absurdo de cada examen, los temas empiezan a encontrar relaciones inesperadas.
Para conocer algunos detalles más de este film, por el que Solaas fue galardonada con el Premio a la Mejor Dirección en la última edición del Bafici, Palabras dialogó con la cineasta.
¿Cómo surge el proyecto de filmar Las Facultades, y dar cuenta de una instancia que, pese a tener mucho de cinematográfico, nunca había sido foco de un film de este tipo?
Mi fantasía de filmar un examen final surgió hace bastantes años, porque cuando estudiaba y rendía siempre me generaba curiosidad saber qué había dicho realmente, especialmente cuando iba nerviosa, y me ponía a hablar sin parar, como para no dar chances a que haya muchas intervenciones, por esa percepción muchas veces errada de que me estaba yendo muy mal, o me estaba yendo muy bien, que no necesariamente siempre coincidía con la respuesta final del docente.
De hecho, tenía escrito un guion ficcional, bastante simple, que incluía una escena en un examen, y pese a que lo descarté, las ganas de filmar esa instancia siempre quedaron.
Así, luego de un tiempo entendí que hacer un documental podía ser una manera más rica e interesante para trabajar el tema, entrando a diferentes facultades y dando cuenta de otros universos de estudio, de otras caras, corriendo el eje de mi experiencia e indagando en la de los otros, para pensarla de manera más amplia.
¿Cómo fue el proceso de trabajo, ya que aunque muy interesante y típica, no es sencillo imaginar una cámara grabando la situación de examen por la tensión que implica?
El proceso fue difícil, y obtener los permisos muy pero muy arduo. Hubo mucha gente me dijo que no, facultades enteras donde me hubiera gustado poder filmar pero fue imposible. Igualmente, también encontré docentes interesados en que se vea esa instancia, en ciertos casos hasta con cierto orgullo, especialmente en las facultades más icónicas como Derecho, donde sentí que tenían el deseo de mostrar la modalidad original que utilizaban para tomar finales, con los alumnos desarrollando una estrategia de defensa o de querella frente a un caso que se les planteaba, en vez de simplemente recitando un código de memoria; o en Medicina, donde sentí podían mostrar lo rigurosos que eran evaluando.
Luego, en el caso de los estudiantes también fue complejo, y tuve que implementar diferentes estrategias de persuasión, empezando por sumar a aquellos que les parecía interesante participar que afortunadamente fueron bastantes.
Las diferentes críticas sobre tu film coinciden en destacar que responde sin fisuras a una modalidad observacional, ¿tomaste esa decisión por las dificultades que fuiste encontrando en el proceso, o la decisión fue previa?
Siempre me imaginé el documental así, nunca me pareció interesante para mi objetivo sumar testimonios, por ejemplo. Siempre busqué generar identificación a partir de un pacto donde la cámara sea como un ente invisible, porque entendía que desde allí el espectador podía entrar en la situación con mayor intensidad.
Lo mismo hice con los cortes, y otras estrategias, que dan cuenta de una construcción narrativa más típica de la ficción, que de un documental testimonial que incorpora a la cámara como un sujeto.
Entiendo que Las Facultades implicó un trabajo de más de 3 años, ¿cuánto pesó tu experiencia previa como programadora del BAFICI- tus saberes sobre lo que queda, pero también sobre lo que indefectiblemente se descarta- en que el proceso haya sido tan prolongado?
Creo que más allá del peso que pudo haber tenido mi experiencia como programadora, el material era complejo, y por eso el proceso de montaje fue muy arduo. Eran muchos temas, me interesaba el ritmo, cuestiones más musicales y de percepción, para que la película no sea densa, porque tenía mucha información teórica, muchas cuestiones que solo eran conocidas para quienes estudiaban una carrera determinada, así que hasta que no estuve totalmente convencida no lo pude largar.
Estuve casi hasta entrar a sonido, que es el momento donde ya no se puede hacer ningún cambio, moviendo cosas, al punto de que había un corte final, que ya había gustado en el Bafici, solo tenía que concentrarme en las cuestiones técnicas de posproducción, y para mí todavía había cosas que no cerraban, y las seguí cambiando.
¿Tal vez también por eso muchos destacan que en Las Facultades todo parece comprensible, aunque, decididamente no lo sea?
Eso fue todo un trabajo que comenzó por elegir materias que pese a ser específicas son identificables. Entonces es sencillo detectar para el espectador: esto es medicina, esto es botánica, etc. Tal vez, solo con excepción de la escena final, que parece ser economía, y es una materia de Sociales, que aborda cuestiones económicas desde una perspectiva social, en general son materias fácilmente identificables.
También todos los momentos que aparecen son instancias donde hay cierta tensión, al alumno le está pasando algo, y, finalmente, para la duración de cada fragmento traté de tomar en cuenta la dificultad de comprensión de las temáticas sobre las que estaban rindiendo, por eso, por ejemplo, aquellos fragmentos donde aparecen los chicos hablando de fórmulas, rindiendo física, son más breves.
¿Finalmente, cuál es tu sensación con lo que está pasando con la proyección de la película en salas, donde llega a un público más amplio que el típico de festivales?
Realmente estoy muy sorprendida, estaba tan metida en la película, en las cuestiones formales, tratando de cerrarla, que en los últimos meses casi que me olvidé de qué se trataba, y me sorprendió muchísimo descubrir que trataba un tema que era más popular de lo que yo creía.
Siempre pensé que estaba haciendo un documental mucho más de nicho de lo que Las Facultades, un documental casi experimental, que solo le podía gustar a la gente que va al Bafici, pero afortunadamente le interesa a mucha gente, a los estudiantes universitarios, pero también a los secundarios, y a distintas personas que están en el ámbito educativo, que es algo que no esperaba, está pasando, y abre ahora grandes posibilidades para proyectar Las Facultades en diferentes ámbitos.
Las Facultades se proyecta hasta el miércoles 17 de julio a las 16:15 en Espacio INCAA Sala Gaumont, Av. Rivadavia 1635, CABA