Una figura femenina desnuda sosteniendo una espada con una mano mientras de la otra le cuelga la cabeza de un hombre es, al menos, inquietante. El movimiento #MeToo en los Estados Unidos la impulsó a ícono feminista, mientras su viralización en redes sociales la llevó a un espacio pop up en Nueva York y mujeres se la han tatuado.
Su autor, el argentino Luciano Garbati asegura que no fue su intención cuando la modeló en 2008, pero desde hace meses recibe en su móvil conmovedoras y catárticas expresiones de mujeres de diferentes geografías.
“Tropecé con la foto de su escultura de Medusa triunfante cargando la cabeza de Perseus y me enamoré de ella. Quisiera tatuarme esa imagen”, le escribió por email Mia Halsey. Con similar emoción lo expresó Jessica Nelson en Facebook: “estoy feliz y estoy llorando. Es como si alguien realmente comprendiera aspectos inconceptualizables del ser mujer”. “Ella es medicina para mí en este momento de clima de violencia de género en el que vivimos”, indicó Lisa también por redes sociales desde Canadá.
El cambio de perspectiva del mito de la Medusa con el empoderamiento de la fémina desnuda, pero sin sexificación alguna, alerta al observador. La mirada de la mujer está determinada. Ella mira hacia adelante advirtiéndole, quizás, a Poseidón o Atenea, responsables de su desgracia, que su determinación está intacta: seguirá peleando, aún con el miedo que la vibración de su rostro. Apoyada en su pierna de atrás no se muestra con voluntad de perseguir a nadie.
La obra de Garbati fluye entre las escuelas manierista y barroca, y la transformación de formas humanas de acuerdo con algún concepto abstracto. “El poder de la mirada está presente desde mi infancia, y de los ojos en particular por varios motivos. Porque mi abuelo era oftalmólogo y me enseñó a dibujar. Porque mi nombre, Luciano, viene de Lucía que, en la iconografía cristiana, Santa Lucía es la santa patrona de los ojos, y es más representada por tener los ojos en sus manos”, reconoce.
Garbati vive y trabaja en Buenos Aires, donde nació hace 45 años, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y en la Escuela Superior Ernesto de la Cárcova, pero continuó su formación en los famosos talleres de los «pasadores» de Carrara donde los maestros de la escultura copian obras clásicas en mármol. En 2001 obtuvo una beca del Fondo Nacional de Artes que lo llevó a completar el Master in Scultura en la Rome University of Fine Arts (RUFA).
“Cuando profundicé en la mitología griega, Medusa inmediatamente me llamó la atención. No me era ajena porque en mi infancia viví con mi familia a pocos kilómetros de Florencia, donde veía el Perseo de Cellini con la habitualidad con que se convive con obras de arte en Italia”, agrega el escultor quien entre otros trabajos es el autor del mausoleo del expresidente Raúl Alfonsín (2009) en el cementerio de La Recoleta de Buenos Aires y del monumento que lo recuerda en su ciudad natal, Chascomús, en bronce de dos metros de alto (2011).
MWTH: Medusa With The Head
Medusa, 2.25 metros de alto, en resina poliester, estuvo expuesta del 19 de noviembre al 7 de enero pasado en el espacio de Bowery 263 en el sur de Manhattan. La neoyorkina Bek Andersen -fotógrafa y especialista en Artes graduada en Yale- encontró a esta singular Medusa scrolleando Instagram y por la misma red social se contactó con su autor para curar Medusa With The Head en un espacio multifuncional que devino en exposición de arte por algunas semanas.
El mito griego de la Medusa
La hermosura de Medusa cautivó a hombres y a dioses, incluso a Poseidón, el dios de los mares, quien la tomó por la fuerza en el templo de Atenea. Ésta, muy enojada por la profanación de su lugar sagrado, castiga a Medusa haciendo que de su cabello broten víboras.
Aunque víctima de la violación, Medusa sufrió las consecuencias y se convirtió en un monstruo telúrico que tenía la maldición de transformar en piedra a todo aquel que se le quedara mirándola fijamente a los ojos. Denigrada por los dioses, temida y odiada por los hombres, fue expulsada y mandada al exilio.
El semidiós Perseo decapita a Medusa y utiliza su cabeza para transformar en piedra a sus enemigos hasta que se la entrega a Atenea para su escudo.