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Oscar Feito: «Cromañón fue la tragedia no natural más importante de la Argentina”

El 30 de diciembre de  2004, durante un recital del grupo Callejeros se prendió fuego el boliche República de Cromañón en el barrio porteño de Once. 194 muertos, más de 1400 heridos y una veintena de sobrevivientes que se quitaron la vida tiempo después, son algunas de las cifras que dan cuenta de las consecuencias […]

El 30 de diciembre de  2004, durante un recital del grupo Callejeros se prendió fuego el boliche República de Cromañón en el barrio porteño de Once. 194 muertos, más de 1400 heridos y una veintena de sobrevivientes que se quitaron la vida tiempo después, son algunas de las cifras que dan cuenta de las consecuencias de la tragedia.

Hacia fines de 2015, al cumplirse el 11° aniversario del fatal incendio, el Grupo Octubre, anunció la realización de una película sobre el hecho, para dar testimonio y mantener viva en la memoria colectiva la percepción sobre las consecuencias humanas de la “corrupción y la indolencia”.

Para la realización de la película el Grupo Octubre, liderado por Víctor Santamaría, reunió a un equipo de importantes nombres. El realizador Carlos Sorín a la cabeza del proyecto, Carlos Russo en la investigación periodística; Juan Pablo Domenech, responsable del guion, y Oscar Feito como productor general.

Para conocer los detalles y las alternativas de la filmación Palabras dialogó con el periodista Oscar Feito (La guerra del Café), sobre “Cromañón el encubrimiento, la historia jamás contada sobre la trama de corrupción para dejar impune la tragedia más grande de la Ciudad de Buenos Aires”.

¿Por qué Cromañón? ¿Qué aspectos de ese suceso te llevaron a involucrarte y avanzar con este proyecto documental?

Cromañón es la tragedia no natural más importante de la Argentina y una de las principales del mundo acontecida en espectáculos públicos. Obviamente, también la más grande en toda la historia de la Ciudad de Buenos, y es una tragedia que no se puede atribuir a la fatalidad sino a la indolencia y la corrupción, de modo que merece un testimonio que este a la altura de lo que significa.

Esta película intenta ocupar ese espacio, el espacio de la Memoria para que estas atrocidades dejen de ocurrir. No olvidar es un modo de contribuir para que estas verdaderas «masacres» dejen de ocurrir, puedan evitarse, o al menos puedan al menos prevenirse.

Por otra parte, también es una reivindicación para quienes hasta hoy día, 11 años después, han luchado por la justicia; para los familiares y sobrevivientes que hasta han sido perseguidos, denostados, difamados por buscar que se haga justicia.

En términos personales, cuando sucedió Cromañón trabajaba en la Cancillería y en ese trabajo uno pasa más tiempo sobre un avión que en su ciudad. Cuando Ibarra fue destituido, Jorge Telerman me llamó para ser ministro de Comunicación de su Gobierno y ahí me vincule con el tema, empecé a conocer cosas y hablar con algunos de los familiares. Eso quedo en mí para siempre, algo muy personal, la idea que estaba ahí como consecuencia de esa tragedia. Por otro lado, me molestó mucho ver cómo algunos funcionarios de ese gobierno  nuestro, se fueron despegando del tema, de la relación con los familiares. Todo eso aparece en mi cabeza cuando me preguntan por qué decidí hacer esta película.

¿Entre las múltiples entradas posibles cuál es el foco en la historia que relatan?

Esta película es un hecho artístico y un producto cultural destinado a la memoria y también un homenaje a quienes han luchado y aún luchan. No es una película de la derrota y la melancolía paralizante; es una película sobre héroes anónimos, sobre la voluntad y el coraje para sobreponerse a la muerte. Eso fue lo que pensamos con Víctor Santamaría de Caras y Caretas cuando hablamos de hacer esta película.

Tampoco es una película a favor o contra nadie. En Cromañón se murieron más de 190 personas, y las secuelas han sido brutales: familiares que murieron por enfermedades relacionadas, muchachos que se han suicidado.  Cromañón ha sido un hecho devastador, y como dijo Bergoglio, cuando aún no era Papa: «esta ciudad vanidosa y soberbia aún no ha llorado lo suficiente».

Por otra parte, la película, finalmente, es del director, y en este caso, Carlos Sorin es un hombre de un talento y una sensibilidad extrema. Para nosotros era muy importante que quien dirigiera la película fuese un hombre cabal, honesto como intelectual y como artista porque no tenía que entrar ni la política barriobajera, ni el golpe bajo y Carlos es una garantía de eso.

Trabajamos mucho, con él y Pancho Meritello el hombre de medios y producción de Santamaría, dando vueltas y vueltas, sobre lo que queríamos contar. Sorin es una persona muy especial, que tiene un compromiso formidable, y  que sabe que esta va a ser una película trascendente.  De hecho, Carlos Sorin no quiso cobrar honorarios por dirigirla «como voy a cobrar por dirigir una película sobre Cromañón» me dijo una mañana cuando nos entusiasmábamos – si cabe la expresión – y empecé a temer que se fuera de presupuesto la posibilidad de contar con él.

Finalmente, sobre mediados de 2015 se integró al equipo Juan Pablo Domenech que es uno de los guionistas más prestigiosos que han trabajado aquí y en el exterior (Luna de Avellaneda, Belgrano, Vientos de Agua) y allí empezó a tomar forma el hilo de lo que quizá será la historia que nos permita mostrar Cromañón de un modo inédito. Una historia comprimida en un tiempo limitado que se abre como abanico para mostrar muchas aristas desconocidas. Será una base ficcional con mucha, mucha integración documental. Pero eso ya es tema de Sorin y Domenech.

Entiendo que a partir de la investigación que hacen aparece una hipótesis novedosa en torno al camino que siguió la causa donde surge fuertemente la figura de una campaña de encubrimiento ¿Qué podes adelantar sobre este tema?

La producción contrató a Carlos Russo que es uno de los editores sénior de este país y un especialista en investigación periodística. De hecho es quien ventiló en los medios el caso Skanska, que fue el primer escándalo de corrupción en el amanecer kirchnerista. Con Carlos trabajamos- sin descartar otras-  una línea que tiene que ver con la forma en que se financió «el encubrimiento» es decir muchas maniobras que hubo para presionar en todos los ámbitos: político, judicial, personal, etc. para no ir a fondo con esta causa y con los causantes. El origen de esos millones, va a ser una sorpresa para muchos, y de hecho es uno de los temas por los  que incluso el Papa Bergoglio se interesó por la película.

¿En qué etapa de la producción se encuentran y cuándo calculan q se estrenará?

Domenech, conectado con Sorin y con Russo, está trabajando en el guion que estará listo en un par de meses. En una semanas Sorin comenzará a rodar unas entrevistas – testimonios que necesita para enhebrar historias de vida y relatos que es una parte a la que él ha estado siempre muy atento. La investigación periodística está concluida; ahora empieza el tiempo del cine y Sorin es quien conduce. Vamos a rodar todo este año y quizá podamos llegar al 30 de diciembre; es la expectativa. Pero no lo sé realmente. Llevará lo que sea necesario. Luego ya entra el productor, es decir Santamaría y el Grupo Octubre.

¿Cuáles son tus expectativas en términos de exhibición,  repercusión pero también de aporte al esclarecimiento del suceso?

Se va a rodar con formato para cine, con calidad óptima, Sorin es un cultor de eso. De modo que será una película para exhibición en salas de Argentina e internacionales. Esa parte la manejan los productores y tenemos una confianza absoluta en la experiencia de Santamaría, Meritello y el resto del Grupo Octubre. Víctor fue el productor de mi documental La Guerra del Café, y es un tipo impresionante, atento a todo, que dice siempre lo justo y ve una jugada más allá. Eso te hace sentir muy respaldado, se involucra, pregunta, sugiere y deja trabajar. Recuerdo que en nuestro trabajo anterior ya íbamos a estrenar, y le habíamos dejado de título al documental «El caso Rosenberg», entonces Santamaría dijo: “¿y quién es Rosenberg para la gente, quién sabe sobre él además de los guatemaltecos?, pongámosle La guerra del café (que era una trama oculta de un asesinato) y se sirvió un mate… Es muy importante poder trabajar así.