Arquitectura

Empire State: ícono de una ciudad y una época

El edificio Empire State es ícono de la ciudad de Nueva York y símbolo de una época en la que la carrera por la altura marcó la historia de la arquitectura a comienzos del siglos XX. El Empire State nació como un gran logro arquitectónico en 1931, y tras haber sido el edificio más alto del mundo durante […]

El edificio Empire State es ícono de la ciudad de Nueva York y símbolo de una época en la que la carrera por la altura marcó la historia de la arquitectura a comienzos del siglos XX.

El Empire State nació como un gran logro arquitectónico en 1931, y tras haber sido el edificio más alto del mundo durante décadas sigue siendo una atracción turística imperdible de la ciudad de Nueva York. 

Durante los últimos 90 años, esta joya de la arquitectura Art Decó fue tanto escenario de trágicos acontecimientos como de inmemorables hitos de la historia de Nueva York. 

Con sus 443 metros de altura, este rascacielos fue el más alto del mundo desde 1931 hasta 1971, año en que fue superado por la construcción de las Torres Gemelas del World Trade Center. Después de los trágicos eventos de septiembre de 2001, el edificio recuperó, solo por el lapso de dos años, el título del edificio más alto de la ciudad. 

En pleno corazón de Manhattan, 5ta. Avenida y calle 34 , no solo se destacó por su altura, también por su belleza. No por casualidad se convirtió en uno de los edificios más ponderados por las asociaciones de arquitectos a nivel mundial y en 1981 fue convertido en Monumento Nacional de los Estados Unidos

Pero alcanzó su popularidad gracias a su aparición como escenario de King Kong, y más tarde en otras tantas películas, tales como “Sinfonía de Amor”, “Algo para recordad”, “El día después de mañana” o “The Avengers”. Echemos una mirada a su historia para entender cómo nació, se popularizó y permanece hoy en la memoria de todos.

Grande entre los grandes

Los terrenos donde se levanta el edificio, en la 5ta. Avenida entre las calles 33 y 34, estaban ocupados por una hacienda privada familiar durante el siglo XVIII. A finales de la década de 1820, la famosa y millonaria familia Astor compró estas tierras y los descendientes del patriarca construyeron allí el primer hotel Waldorf-Astoria en 1890. Esta primer sede del hotel funcionó en ese lugar hasta 1929, momento en que los Astor lo vendieron a Bethlehem Engineering Company. 

Esta compañía, encabezada por un famoso hombre de negocios de la época llamado John J. Raskob y algunos miembros de la familia Du Pont, planificó inicialmente la construcción de un edificio de oficinas de unos 50 pisos. El hotel fue demolido ese mismo año en medio de la carrera por construir el rascacielos más alto del mundo, un galardón que recibiría primero otro de los emblemas de Nueva York, el edificio Chrysler

El diseño del edificio tuvo más de quince proyectos que simultáneamente eran cambiados, una y otra vez. Finalmente, se aceptó la versión que contaba con ochenta y seis pisos y la cúpula/antena metálica que lo coronaba. Este diseño había sido encargado a la firma Shreve, Lamb & Harmon Associates, que logró presentar los plano en el tiempo récord de dos semanas. En realidad, estaban tomando gran parte de la idea que el mismo estudio de arquitectura había realizado para sus diseños en estilo art déco para el Edificio Reynold en Winston-Salem, Carolina del Norte, y la Torre Carew en Cincinnati, Ohio. 

Corría el tiempo y crecía la carrera por la altura frente al edificio Chrysler y otro de Wall Street que se estaban construyendo en paralelo. Por lo tanto, este proyecto que inicialmente preveía 86 pisos, lo que era suficiente para superar al más alto en su momento, se enfrentó a un nuevo desafío, el tamaño final del Chrysler. Según cuenta la historia, John Raskob en una reunión con el equipo tomó un lápiz, lo sostuvo parado sobre el escritorio y le pregunto al arquitecto Lamb: «Bill, ¿qué tan alto podemos hacerlo sin que se caiga? Días después se había decidido aumentar la altura final del rascacielos a 102 pisos.

Los trabajos comenzaron exactamente el 17 de marzo de 1930 y batió otro récord por el tiempo en que se construyó. La empresa alardeaba por completar cuatro pisos y medio semanales, lo que significaba un esfuerzo y velocidad sin precedentes para un edificio de ese tamaño. El costo total superó los $40 millones de dólares, lo que equivaldría a unos $700 millones actuales. Involucró aproximadamente a 3500 trabajadores, en su mayoría inmigrantes italianos e irlandeses, que había superado algunas pruebas de equilibrio y vértigo. 

Después de 410 días los ochenta y seis pisos iniciales estaban completos, y se comenzaba el tramo final junto con las tareas, no menores, de la decoración del edificio. El 1 de mayo de 1931, el presidente Hoover, junto al alcalde de Nueva York y el entonces gobernador del estado, Franklin D. Roosevelt, inauguraron oficialmente el Empire State. En una simbólica ceremonia el presidente apretó un botón desde la Casa Blanca que encendió las luces del edificio. Finalmente, el 21 de noviembre de 1931 se colocaba el emblemático mástil sobre la terraza. 

Historias trágicas en la torre

La fascinante historia del Empire State no terminó con su construcción. Durante los primeros años de vida, el edificio que había sido concebido para uso de oficinas, permaneció prácticamente desocupado resultado de los efectos de la crisis financiera de los ´20s. También influyó la cercanía de las oficinas del Rockefeller Center. Sin embargo, la promocionada visita a las terrazas del piso 86 y el salto a la fama mundial con por la película King Kong de 1933, lo puso en el primer puesto de las preferencias.

Su historia también está repleta de célebres y trágicos momentos, como el bombardero B-25 que se estrelló accidentalmente contra los pisos 78 y 79 en 1945, donde murieron 14 personas o la desactivación forzosa de la iluminación nocturna durante la crisis energética.

Durante los 13 meses de su construcción murieron cinco trabajadores debido a caídas accidentales o problemas con estructuras y manipulación de materiales. Algunos estiman que el número fue bastante bajo considerando las medidas de seguridad de aquella época, la velocidad con que se trabajó y el número de trabajadores involucrados. 

Pero la apertura de la terraza y su significativa altura, resultó ser un imán para múltiples intentos y suicidios concretados durante casi un siglo. Incluso el primero de ellos ocurrió durante la etapa de construcción con un trabajador que había sido despedido y salto por el hueco abierto del ascensor. 

Uno de los más recordados, y fallidos, intentos de suicidio le valió el apodo de «Lucky One» a una joven de 29 años del Bronx llamada Elvita Adams. Desesperada tras haber perdido su empleo y vivir en situación de calle, saltó de la terraza del piso 86, pero el fuerte viento la empujó hacia una cornisa del piso 85. Sin embargo, el viento no pudo detener otro de los suicidios más recordados en el Empire State, protagonizado por Evelyn McHale. La tarde del 1 de mayo de 1947, la joven contadora de 23 años, se preparó con suma elegancia, vistiendo guantes blancos y un collar de perlas, acudió al edificio para una visita al observatorio, cruzó la baranda y saltó al vacío. 

Un estudiantes de fotografía que pasaba por la calle retrató justo el momento en que la mujer se estrelló sobre el techo de una limusina y aquella fotografía fue publicada en la revista Life con el nombre «El suicidio más bello». Años más tarde, Andy Warhol terminó de inmortalizar la foto en una de sus obras de arte pop, y luego fue recreada en los videos musicales de David Bowie (Jump They Say) y de Radiohead (Street Spirit – Fade Out).

Pero además de la ola de intentos de suicidios, el 28 de julio de 1945, un avión bombardero B-25 que se dirigía al aeropuerto de Newark en Nueva York, perdió el rumbo por la niebla y voló sobre Manhattan. Sin control, el avión se estrelló contra el piso 79 del edificio, abriendo un boquete en la cara norte y provocando un gran incendio. En este accidente murieron, además del piloto, otras 12 personas. 

Algunos datos más sobre el Empire State

La belleza del edificio no solo se aprecia desde su exterior. Además de su icónica figura Art Deco, el estilo se refleja y traslada en los interiores. Es para destacar el diseño del vestíbulo principal sobre la 5ta.Avenida, con detalles ornamentales en mármol rosa, rojo, Hauteville y Rocheron.

Hoy en día sigue atrayendo a millones de visitantes cada año, quienes pueden acceder al observatorio del piso 86, y su pasarela al aire libre, y también al del piso 102. Este último ha sido recientemente remodelado y ofrece vistas a través de ventanales de piso a techo de 360 grados. 

Por supuesto, para realizar la visita hay que abonar el costo de una entrada. Hoy los precios comienzan en $ 44 dólares por persona adulta, que da acceso al mirador del piso 86 y las exhibiciones permanentes en los pisos 2 y 80.

Hay diferentes opciones y combos para incluir en las visitas, como la plataforma de observación del piso 102 y otras experiencias que incluyen pases premium con visitas guiadas, almuerzos o cenas en el lugar y algunos condimentos más.

No importa cuál sea la opción elegida, verás Nueva York de forma única, y si mirás hacia arriba, hacia la antena, solo resta imagina a King Kong mirándote desde las alturas.