Entrevistas

El arte está en casa: el segundo libro de Mariela Ivanier, donde las mujeres son protagonistas

Entre los imperdibles para este verano 2023 editorial Planeta lanzó a fines de noviembre El arte está en casa, el segundo libro de Mariela Ivanier, que indaga a través de los testimonios de 141 mujeres en sus relaciones personales e íntimas con el arte. Artistas, coleccionistas, curadoras, periodistas, críticas, gestoras, productoras y escritoras nos hablan a […]

Entre los imperdibles para este verano 2023 editorial Planeta lanzó a fines de noviembre El arte está en casa, el segundo libro de Mariela Ivanier, que indaga a través de los testimonios de 141 mujeres en sus relaciones personales e íntimas con el arte.

Artistas, coleccionistas, curadoras, periodistas, críticas, gestoras, productoras y escritoras nos hablan a través de sus testimonios de las pasiones que el arte les genera, invitándonos también a apasionarnos con ellas.

Para conocer algunos detalles más de El arte está en casaPalabras dialogó con Mariela Ivanier.       

¿Cómo surge el proyecto de escribir El arte está en casa?

Este es mi segundo libro, el primero se llama Té de Colección, y en ambos casos no me gusta llamarme escritora, sino compiladora, o como a mí me gusta: anfitriona. 

El primer libro, que está agotado, lo presenté el 25 de mayo de 2013 en el Malba, en el contexto de Arteba, y lleva el nombre de un evento que realicé en mi casa desde 2011 y hasta el año pasado, en que la abrí para compartir mi colección.

En ese momento vivía con mi hija Mora en un departamentito en San Cristóbal, nuestra colección se llama Colección Mora y Mariela Ivanier, y es una de las pocas colecciones de dos mujeres, que no la heredaron, ni la comparten con un varón. 

A raíz de esos encuentros surgió ese primer libro, donde participó mucha de la gente que pasó por mi casa escribiendo algún texto que tenía ganas de sumar al proyecto.

Lo presentamos y se agotó tremendamente rápido, al punto que el ejemplar que yo tengo lo tuve que comprar tiempo después en MercadoLibre usado, porque  había regalado mi ejemplar. 

Fue una experiencia muy linda, muy gratificante, a partir de la que me quedó la semilla de reincidir en algún momento en la literatura.

Luego, en esta oportunidad, tuve la suerte de hacer el libro con una editorial como Planeta en la que trabajé muchos años organizando el Premio Planeta, así que además de que el arte está en casa, este libro también está como en casa, porque si bien es una editorial muy grande, para mí es muy cercana.

Firmé el contrato en noviembre de 2019, sin saber lo que se iba a venir, y los 141 textos que son originales de las mujeres que participan,  y los escribieron específicamente para este libro, se escribieron, entregaron, diseñaron y todas las demás cuestiones que hacen al proceso productivo del libro, en plena pandemia.

¿Cómo fue ese salto entre pensar un proyecto tantos años, y  poder materializarlo en pandemia, un contexto excepcional, y casi inimaginable?

Yo me enfermé de COVID en el 2020, mi hija y mis padres también, y una vez que nos curamos transitamos la pandemia con una enfermedad que ya conocíamos, aunque cada uno de los cuatro la vivió de una manera distinta. 

Cuando arrancó yo no había hecho en mi vida un Zoom, aprendí a hacerlo, a realizar contenidos digitales, a mantenerme en contacto con palomas mensajeras… un poco lo que todos hicimos, pero a una velocidad muy importante, con una cosa casi maníaca, porque sentía la necesidad imperiosa de no quedarme quieta. 

Fue en ese contexto que el libro circuló. Obviamente, hubo mujeres que renunciaron a participar, porque no se sentían anímicamente en la situación de sentarse a escribir, o de sumarse a un proyecto, o no estaban tan animosas como estaba yo en medio de esa proto locura.

De hecho hay como un antes y después durante el libro en relación a la pandemia, lo digo en el prólogo y en el cierre,  y también las mujeres decidieron contar su relación con el arte, con la belleza, desde su lugar femenino, algunas en el contexto que estaban, y otras como escapando a esa realidad.

Por otra parte, desde el punto de vista editorial, lo hice con Gaby Comte, que es una editora experta, así que llegué a Planeta a encontrarme con mi editor con un producto muy trabajado, por suerte lo hice así, en conjunto, porque sino creo que no hubiera podido hacerlo en pandemia. 

¿Por qué a la hora de indagar en las distintas maneras de habitar el arte te interesó focalizar en las mujeres?

Es una circunstancia bastante íntima, que poco tiene que ver con lo políticamente correcto. Yo trabajo desde los 17, 18 años y por mi oficio me ha tocado hacerlo casi exclusivamente con hombres, durante años en las mesas de trabajo yo era la única mujer sentada, y se me empezó a endurecer el cuero, dicho a lo gaucho, por eso esa decisión está en relación directa a tratar de entender un poco más mi propia sensibilidad, mi propio lado femenino. 

También el libro está dedicado exclusivamente a mi mamá, que atraviesa una dificultad de salud importante, y es como un reencuentro con mi mamá, después de haber estado muy cerca de mi hija coleccionando con ella. 

Me interesaba ver cómo vibraban otras mujeres con esto que a mí me genera una emoción tan profunda, y que pienso que, como todo aquello que es una circunstancia muy íntima, tiene mucho que ver con la soledad, o es parte de esas cosas  que uno vive en soledad.

Definitivamente me generaba mucha curiosidad reencontrarme con el mundo femenino, y  ver cómo ese mundo femenino vivía esto que me apasiona tanto que es el arte.

¿Encontraste en esas vivencias un piso en común?

Encontré algo que yo no había visto , no me había dado cuenta en los 10 o 12 años que llevo organizando eventos relacionados al arte, quizá porque no le había prestado atención, y es que las mujeres tienen mucha más libertad para desarrollar su sensibilidad respecto al arte que los varones.

Se que estoy planteando una brutal generalización, y que como tal es inexacta, pero creo que en la reflexión sobre lo que les provoca el arte hay algo infinitamente más sutil, o más permisivo en las mujeres que en los hombres. 

¿Cómo fue trabajar sobre 141 testimonios?

Fue un proceso complejo, primero pedimos textos de manera muy abierta y la gente se asustaba mucho, aún muchos profesionales que escriben cotidianamente, por la responsabilidad que implica que tu nombre aparezca en un libro, además esa cosa tan abierta hacía que nos mandaran algunos textos de 8 páginas y también cosas muy cortitas. Después, diseñamos 2 preguntas generales, muy cortas, que señalaban lo que esperábamos de cada texto, y eso lo hizo aún peor, porque los textos llegaban muy cuadrados, tipo entrevistas, y no era lo que necesitábamos. Realmente fue un proceso creativo muy importante lograr una armonía, porque los textos son muy diferentes pero son armónicos.

Luego también estuvo todo el trabajo gráfico, que fue aún más complejo, porque es todo muy íntimo, hay fotos de mi mamá, mías de chiquita, fotos de obra que la gente eligió, de eventos, fue complejo y el diseñador fue muy sensible a la hora de hacer ese trabajo.

¿Qué te quedó en el tintero entre la idea inicial y el resultado de todo ese trabajo?

Este libro iba a tener inicialmente 30 testimonios, y yo fui llamando cada vez más gente, hasta que un día mi editora me dijo: «Voy a renunciar, 141 minas, esto es un quilombo». Además, en mi proceso creativo yo rompí todo lo que consideré necesario romper para ir en el camino de lo que me gustaba.

Tengo prohibido por la editorial decirlo, pero lo digo igual, hay errores de  tipeo, de comas, lo llevo leído varias veces y lo tengo todo marcado con esas cintitas de colores para señalar en cada página donde encuentro algo que quiero cambiar, porque tengo la expectativa, y la ilusión de una segunda edición.

Hasta que eso pase, ¿por qué invitás a los lectores a acercarse a esta primera edición de El arte está en casa? 

Voy a decir algo que puede parecer superfluo o fútil pero los invito porque es un libro bonito, tiene lindos textos, tiene lindo ritmo, unas ilustraciones y unas fotos preciosas, es un libro donde no hay una página igual a la otra, tiene páginas de colores, con puntitos, pintadas, es entretenido de mirar, se puede leer en varias etapas, no requiere la atención plena que demanda una novela. Es un divino libro de verano.

¿Es también una buena oportunidad de acercarse al mundo del arte para quienes no están habitualmente en contacto?

Absolutamente porque tiene 141 puertitas, y como los textos realmente son breves, si no te gusta uno saltás al siguiente, y allí tal vez encuentres la pista para retomar el anterior que habías abandonado, porque está entrelazado y tiene mucha coherencia.

De todo lo que ha pasado desde que lanzaron tu libro ¿qué fue lo que más te impactó?

La primera gran satisfacción que tuve fue que a cada una de las mujeres que participaron les encantó como quedó el libro, que era algo que me preocupaba muchísimo, porque cada una solo había visto su pedacito, fue como esas mantas quilts que se bordan entre muchas mujeres, donde cada una aporta su pedacito de tela, y a todas les gustó mucho el libro, y eso fue una gran satisfacción.

También me divierte que tengo muchas citas para presentarlo, todas muy importantes, pero por ahora me llamó mucho la atención que tengo dos presentaciones en Madrid, algo que fue todo un impacto para mí.