“Patricia vive con sus hijos mellizos, su madre, su hermana y la novia de uno de los hijos. Ella lleva la casa adelante. Hoy recibirá un llamado que cambiará su vida y la enfrentará a su familia para siempre”, cuenta la sinopsis de Sólo llamé para decirte que te amo, la obra que hasta el domingo 11 de diciembre, presenta los sábados y domingos desde las 18 hs, el Teatro 25 de Mayo del barrio de Villa Urquiza.
Pero la pieza, escrita y dirigida por Nelson Valente, además de un gran elenco tiene un condimento que la hace singularmente especial: no se desarrolla en el teatro, sino en distintas casas de vecinos del barrio, que se convierten en anfitriones de una experiencia teatral inédita, ideada con el objetivo de fortalecer el vínculo entre ese espacio cultural y la comunidad.
El 25 va a tu casa, nombre del programa que invita a los vecinos de Villa Urquiza a convertir su propio hogar en un teatro por un día, nació a partir de la iniciativa de Monina Bonelli, directora del Teatro 25 de Mayo, y creadora junto a Christian Scotton, de Teatro Bombón: la propuesta curatorial que con obras de pequeño formato, y puestas simultáneas en espacios y horarios no convencionales, renovó la escena teatral local durante los últimos años.
Para conocer algo más sobre “El 25 va a tu casa” Palabras dialogó con Monina Bonelli.
¿Cómo surge “El 25 va a tu casa”?
La iniciativa nace como una estrategia de atracción de nuevos públicos, y para afianzar el vínculo del 25 con los vecinos de Villa Urquiza, ya que en definitiva el espacio existe por la lucha que dieron los vecinos para recuperar ese inmueble, y que lo adquiera el Gobierno de la Ciudad.
Queremos que el Centro Cultural se derrame sobre el barrio, se expanda, que esté presente más allá del edificio, y esta es una de las líneas de trabajo que ideamos tras ese objetivo, aunque por supuesto no es la única.
Armado el proyecto se realizó una convocatoria abierta para que los vecinos que lo desearan propongan sus casas, y finalmente, en esta primera edición se seleccionaron 8 para comenzar.
Siempre decimos: allí donde alguien porte la ficción la ficción aparece; no importa si es un teatro, una plaza, o el living de tu casa. Pero además, en ese aparecer, la ficción modifica todo: la percepción de las personas sobre qué es teatro, la percepción del espacio, etc.
En definitiva, más allá de que lo tenemos totalmente naturalizado, el edificio teatral, la idea de ese espacio específico, es un invento del siglo 18. Antes, los palacios pero también la calle y las ferias, eran los espacios donde el trovador parado en un banquito hacía surgir la ficción.
¿Y cómo es la intervención en las viviendas?
Nosotros llegamos al mediodía a la casa del vecino y definimos el punto de vista: dónde va a estar el público, y dónde van a estar los actores. En cada casa eso es distinto, porque aunque la escena transcurre principalmente en un living, con acceso a la cocina, nos adaptamos a la arquitectura, al tamaño, y además hay un montón de extra escena, todo lo que no vemos. Así, las casas se ven un poco tomadas por el equipo, nuestros agentes de la ficción, una brigada que poetiza la vivienda, y la transforma en un espacio que es posible compartir con otros.
¿Cómo fue la elección de la obra para adaptar a esta puesta singular?
La obra fue específicamente creada pensando en este proyecto, con posibilidades de adaptarse a distintos espacios y con un contenido que dialoga e involucra lo barrial. Igualmente, para la dirección y los actores la propuesta implica un desafío muy importante, porque siempre estás en un escenario nuevo, y hay que estar muy alerta, medir las distancias, reconocer los trayectos, etc.; ejercicios de rápida adaptación que son interesantísimos e intensos.
¿Luego de las cuatro primeras funciones cómo evaluás la experiencia?
De bien a mejor, estuvimos en cuatro casas de distintos tamaños, estilos, etc. y la experiencia es de mucha empatía. Desde vecinos que convidaron torta a los asistentes, hasta reencuentros inesperados, ha sido todo muy lindo. Además, luego de cada función siempre se genera una charla informal y espontánea sobre la obra, muy al estilo de lo que sucede en los pequeños pueblos del interior cuando llega alguna compañía.
¿Y a partir de esta primera edición, cuáles son los proyectos futuros?
En principio quiero aclarar que hacer teatro en una casa no es un invento nuestro, es una técnica que existe y se utiliza en todo el mundo. Obviamente, hay maneras de hacerlo, y lo interesante aquí es que esta propuesta viene desde lo público y en función de afianzar los lazos con los vecinos.
A partir de eso, nuestra idea es realizar una segunda edición de esta experiencia con actores adolescentes, y en casas donde vivan adolescentes; un público que actualmente, omnipresencia tecnológica mediante, no está tan vinculado con las artes escénicas.
¿Cómo vendrá la temporada de verano en el 25?
En el verano vuelve Filomena Marturano, y muy probablemente Los Amados también hagan su temporada veraniega aquí. Luego, ya a fines de febrero, vamos a presentar el nuevo proyecto que venimos armando hace más de un año para nuestro querido teatro.