Slider

De dioses y musas: las máscaras en el teatro antiguo

Toda obra teatral de la antigüedad tenía sus máscaras y sin ellas los anfiteatros parecían incompletos. De todas han llegado a nosotros solo dos, representantes de sentimientos opuestos, alegría y tristeza, que hoy simbolizan al teatro universal. Su recorrido hasta convertirse en los reconocidos rostros de la tragedia y comedia está ciertamente cargado de simbología, […]

Toda obra teatral de la antigüedad tenía sus máscaras y sin ellas los anfiteatros parecían incompletos. De todas han llegado a nosotros solo dos, representantes de sentimientos opuestos, alegría y tristeza, que hoy simbolizan al teatro universal.

Su recorrido hasta convertirse en los reconocidos rostros de la tragedia y comedia está ciertamente cargado de simbología, aunque también de razones prácticas. Los orígenes de estas máscaras se remontan al teatro griego al aire libre y no solo representaban diferentes emociones. La exageración de sus rasgos servía para que el público pudiera claramente distinguir a los personajes.

Hay gran consenso en que el uso de las máscaras de teatro estaban relacionadas en sus comienzos con las festividades dedicadas a Dioniso, el dios griego del vino, la fertilidad y el teatro. Dado que estos rituales involucraban máscaras, era natural que los primeros actores también estuvieran enmascarados.

Se decía que los dos rostros estaban inspirados en un doble significado: la alegría que trae el vino y la tristeza y emociones trágicas que la bebida puede evocar. Lo cierto es que juntas representan los dos extremos de la psique humana.

Pero las máscaras de comedia y tragedia también se han atribuido específicamente a dos de las nueve musas griegas, cada una de las cuales se correspondía con una expresión creativa. Recordemos que en la mitología cada una de las musas era la protectora de un arte. La mayoría de las obras de teatro de la antigua Grecia eran comedias o tragedias y, por tanto, estas dos máscaras eran las más populares.

La musa de la comedia y la poesía idílica era Thalía. Hija de Zeus y Mnemosyne, y estaba personificada como una alegre y feliz joven con una corona de hiedra, que sostenía en una mano la máscara de comedia y una trompeta en la otra. Por otro lado estaba la musa de la tragedia, Melpomene, representada con la máscara de la tragedia en una mano y un cuchillo o un garrote en la otra.  Hija de los mismos padres, había comenzado siendo la musa del canto, pero Hera, la esposa de Zeus, la maldijo convirtiéndola en la musa de la muerte cunado descubrió que ella había tenido una hija con el dios y estaba nuevamente embarazada de él. Cuando dio a luz al nuevo hijo, Hera la volvió infértil y la convirtió nuevamente, ahora en la musa de la tragedia.

El rol de las máscaras en la comedia y tragedia

Dejando de lado la mitología, en el antiguo teatro el enmascaramiento se debía a una cuestión mucho más práctica. Tres actores interpretaban todos los roles de habla en una obra. Cambiando máscaras y pelucas podrían transformarse en un nuevo personaje en segundos. En lugar de usar maquillaje escénico como lo hacemos actualmente las máscaras respondían mejor a las necesidades de aquellos actores. Quienes usaban estas máscaras podían expresar sus emociones libremente, sin restricciones.

Las máscaras de los personajes eran tan reconocibles que los espectadores podían interpretar el sentir de cada uno de ellos, y tener en claro qué esperar en términos de comportamiento. A ese público también les facilitaba entender rápidamente diferentes estereotipos de acuerdo al uso. Por ejemplo, una cara femenina con cabello oscuro y rostro delgado representaba a la mujer ateniense sofisticada o de buena moral. Si en cambio el actor utilizaba una de cara redonda, cabello rojo recogido en un peinado alto y una corona de hiedra, se trataba de una cortesana o prostituta de clase alta.

Dado que a las mujeres no se les permitía actuar, los hombres podían interpretar a los personajes femeninos, independientemente de la edad y el género. Los enormes rostros daban un sentido de exageración a estas emociones logrando que puedan verse en la totalidad de aquellos teatros al aire libre. Pensemos que el tamaño de los teatros griegos era enorme y la tecnología aplicada era muy poca.

En aquellos días se fabricaban en arcilla, lino o madera. Las bocas se hacían grandes para facilitar la conversación entre los actores. El color también era importante, especialmente para las personas sentadas en las últimas filas. Y no solo las máscaras ayudaban en la identificación, sino que también se buscaban otros vehículos, como el uso de la piel oscura para hombres y la piel clara para mujeres. Las máscaras seguían la misma convención.

Hay también un distención entre tragedia y comedia relacionada al tipo de calzado que usaban los primeros actores. Los de comedia utilizaban el soccus, que eran similares a unas medias con una suela muy delgada, que continuaron usándose en los días del Imperio Romano. Los actores de las tragedias usaban un calzado llamado buskins, una especie de botas con taco y suela alta. La idea era transmitir el ideal heroico de este tipo de representación.

Volvemos a los primeros teatros

Durante el año 535 a.C. la ciudad de Atenas había terminado de construir el primer teatro del mundo: el icónico Teatro de Dioniso, debajo de la Acrópolis. Cuando los actores subieron al escenario por primera vez imaginamos que ya llevaban máscaras. El historiador griego Julius Pollux describió 44 máscaras de personajes diferentes utilizadas en las comedias y unas 28 para las tragedias.

En esos tiempos, las máscaras también trascendieron del escenario y su gran popularidad entre el público hizo que queden plasmadas en múltiples espacios y objetos, entre ellos jarrones, columnas, frescos o mosaicos.

Poco se conoce sobre los orígenes de la tragedia griega anterior a Esquilo, quizás el más innovador de sus dramaturgos. La obra más antigua que se conserva es Los Persas, que data del  472 a.C. Sin embargo, como ya hemos anticipado, las raíces de la tragedia griega probablemente provengan del festival de primavera ateniense de Dionysos Eleuthereios, que incluía procesiones, sacrificios, desfiles y concursos entre trágicos.

Las primeras máscaras del teatro sobre las que se tiene referencia aparecieron en Lenaia y la ciudad Dionysia, donde se celebraban estos grandes festivales donde se enfrentaban tres tragedias, obras escritas solo para la ocasión, y un panel de jueces elegía al ganador. Recién en el 486 a. C. se sumaron oficialmente las comedias, y ya todos los personajes estaban enmascarados.

A diferencia de la tragedia, las comedias ridiculizaban la mitología y a miembros destacados de la sociedad ateniense. Parece que no ha habido límites explícitos sobre lo que hablar o sobre la representación sexual. Podemos ver en figuras de terracota y pinturas en vasijas de la época de Aristófanes (450-ca. 387 a. C.) y posteriores, a gran variedad de actores cómicos con máscaras grotescas o falos de cuero.

En la segunda mitad del siglo IV a. C., la llamada Nueva Comedia de Menandro (343-291 a. C.) y sus contemporáneos dieron un giro hacia interpretaciones con material más apto para todas las edades. La comedia se volvía más simple, accesible y menos obscena. Junto con este cambio las máscaras empezaron a mostrar diferencias más sutiles, coincidente con la delineación más refinada  de los personajes, más ligados a la vida privada y familiar, las tensiones sociales y el triunfo del amor en una variedad de contextos.

No hay máscaras del teatro griego que hayan sobrevivido, en gran parte porque estaban hechas con materiales como la madera, el lino o el cuero, los cuales se degradan con facilidad. Sin embargo, los arqueólogos han encontrado miniaturas de cerámica y terracota en Grecia que muestran cómo eran las máscaras de teatro. También hay muchas representaciones de estas escenas plasmadas en jarrones y cientos de estas piezas que hoy dan testimonio claro de su existencia.

Las máscaras de tragedia eran hermosas y heroicas, con rasgos idealizados. Fueron utilizadas en obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides, entre otros tantos que escribieron sobre la mitología griega y ricas en lecciones morales. Por el contrario, las primeras máscaras de comedia eran a menudo representaciones caricaturescas de dioses y ciudadanos famosos de Atenas. A través de ellas y los parlamentos se burlaban de estas personalidades prominentes y deleitaban a las audiencias que habían bebido tanto hasta emborracharse y soltaban agudos comentarios políticos y sociales.

Cuando Roma comenzó su ascenso al poder, su dramaturgos tomaron prestadas muchas de las antiguas tradiciones griegas. Escritores como Plauto se vieron fuertemente influenciados por su antigua y la nueva comedia. Sin embargo, en Roma las máscaras de teatro eran más toscas, sobre todo en las comedias.

Entre los años 212 a. C. y 173 a. C., los mimos comenzaron a convertirse en los protagonistas del teatro romano. Éstos no usaban máscaras y, a medida que el público se acostumbraba a ver las expresiones faciales de los actores, éstas cayeron en desgracia. Los aficionados al teatro romano, de carácter más obsceno, preferían los temas lascivos representados en mímica, en lugar de las históricas tragedias griegas. Pero cuando el arte de los mimos evolucionó hacia la pantomima durante el siglo I d.C., las máscaras reaparecieron en el teatro.

Los próximos siglos presenciaron paulatinamente la desaparecieron por completo de su uso, pero, sin embargo, se convirtieron en símbolo del teatro mismo. El tema de la comedia y la tragedia ha sido reinterpretado y simplificado, evolucionando hacia las máscaras de risa y llanto que conocemos hoy.

Los antiguos teatros griegos y romanos

Casi todas las ciudades griegas y romanas más notables tenían un teatro al aire libre con asientos dispuestos en las gradas escalonadas. El lugar perfecto, generalmente con vistas únicas al paisaje circundante, donde el público podía concurrir a disfrutar de las obras de Esquilo, Sófocles, Eurípides o Menandro, entre tantos otros dramaturgos.

Estos teatros estaban conformados esencialmente por la orquesta, donde el coro desarrollaba la mayor parte del trabajo, la skené o escenario y  el teatro en sí, las gradas donde se ubicaba el público. Por supuestos es una manera muy simplificada de contar la estructura de estas edificaciones. Gracias a que muchos de ellos han sido restaurados y reconstruidos a lo largo de los siglos, hoy podemos atestiguar la naturaleza real de estos espacios.

La primera evidencia de una orquesta circular corresponde al gran teatro de Epidauro que data del año 330 a. C. aproximadamente. En cambio, en Atenas del siglo V a.C. los asistentes estarían sentados cerca del escenario cómo es posible ver en el teatro Thorikos en Ática. Pero estos son excepcionales entre la gran cantidad de ellos que aún hoy podemos ver.

Durante este período temprano se cree que el escenario y la parte posterior estaban construidos en madera. Si nos remitimos a las  representaciones pictóricas en vasijas griega de finales del siglo V y principios del IV a. C. el escenario tendría aproximadamente un metro de altura con un tramo de escalones en el centro. Los actores entraban por ambos lados y por una puerta central en el skene (escenario), que también albergaba el ekkyklema, una plataforma con ruedas con los conjuntos escenográficos. Se utilizaba una mecana, o grúa, ubicada en el extremo derecho del escenario, para izar figuras de dioses y héroes sobre el escenario.  Pensemos que, de las pocas tragedias griegas que sobreviven, todas excepto Los Persas de Esquilo se basan en mitos heroicos.

Hay más de un centenar de antiguos teatros romanos y griegos a lo largo de Europa, y acá te dejamos una lista de algunos de los más destacadas

  • Teatro Epidaurus, Grecia
  • Teatro Odeón de Herodes Ático, Atenas, Grecia
  • Teatro Romano de Mérida, España
  • Teatro de Éfeso, Turquía
  • Teatro de Delfos, Grecia
  • Teatro de Aspendos, Turquía
  • Teatro grecorromano de Taormina, Italia
  • Teatro Romano de Ammán, Jordania
  • Teatro de Sabratha, Libia
  • Teatro Romano de Orange, Francia
  • Teatro Romano de Cártago, España
  • Teatros de Jerash, Jordania

Protagonistas y coro retrataron a los héroes que eran el verdadero objeto de culto en los comienzos del teatro griego. El diálogo entre el actor y el coro cumplía una función didáctica, de cierta forma interpelando a través de un discurso a todo el público como sucedía en los debates y asambleas. Hasta el día de hoy, el drama en todas sus formas sigue funcionando como un poderoso medio de comunicación de ideas. Las máscaras que nacieron como símbolos de las musas y manera de facilitar la interpretación se convirtieron en símbolo del teatro universal.