Daniel Maman es uno de los marchand más reconocidos de nuestro país. Su larga trayectoria lo ubica entre los expertos destacados en el campo del arte, una pasión que ha volcado en sus dos grandes espacios de trabajo: la Galería Maman Fine art de Buenos Aires, y la sede de Miami, que inauguró en 2013, en el corazón del Design District, con el objetivo de convertirla en el epicentro del arte latinoamericano moderno y contemporáneo de la ciudad.
Aún en Miami, pero ajustando los últimos detalles para la presentación de las actividades de la sede porteña, que se llevará a cabo en pocas semanas, Maman dialogó con Palabras sobre sus expectativas para este año, y sobre la situación y los desafíos del arte argentino en su relación con el mundo.
¿Cuáles son tus expectativas para el año que recién se inicia?
Espero que sea un gran año, un año de mucho trabajo, donde comencemos a avanzar sobre muchas de las cosas importantes que sucedieron en 2017, como el acuerdo con Art Basel, por ejemplo, que abrió la puerta a una visualización internacional inédita que debemos intentar capitalizar.
En esa línea me parece importante, el avance normativo que se ha dado este año para facilitar la circulación de obras de arte, que en principio permitirá sacar unas 15 por viaje, aunque, como le comenté al ministro Avelluto, cuando lo entrevistamos hace unos días en nuestro espacio en el programa de Lanata, aún faltan herramientas esenciales para el desarrollo de las industrias culturales, como una ley de mecenazgo nacional.
Obviamente, esa ley está pendiente hace muchísimos años, no es un problema solo de la gestión actual, sino un tema histórico, pero creo que definitivamente es importante que nos demos esa normativa para fomentar las industrias culturales con foco en sus tres aristas: posicionamiento de marca país, ingreso de divisas, y desarrollo de fuentes de trabajo; y desde ya, que continúen los esfuerzos por fortalecer a las artes plásticas, que pese a que tenemos y hemos tenido siempre gran cantidad y calidad de artistas son un sector muy olvidado, y donde solo en casos individuales se ha podido garantizar apoyo, y visibilidad.
Lucio Fontana, por ejemplo, que nació en Rosario y hoy es uno de los artistas modernos más buscado por los grandes galeristas y coleccionistas del mundo, con obras calidad museo que valen 40 o 50 millones de dólares, en Europa y el mundo es considerado como un artista italiano, no como argentino. Ese error es una evidencia de la poca conciencia que existe sobre lo que significan las artes plásticas para nuestro país, y su potencialidad para darle presencia en el mundo.
Entonces, retomando, creo que la modificación normativa para la importación y exportación de obras de arte realmente abre una oportunidad, y que si tomamos al arte plástico argentino como un activo financiero, veremos que es de lo más barato que Argentina tiene para exportar al mundo, pero también que esa exportación es promoción de marca país.
Entendiendo las cuestiones que se deben atender desde el sector público, ¿cuáles crees que son los desafíos más importantes para quienes hacen gestión cultural en el sector privado, galeristas, museos privados, etc.?
Yo creo que uno de los primeros desafíos para nosotros es asumir desde el vamos que para que le vaya bien a uno les debe ir bien a todos. Debemos entender que el mercado y la competencia son buenos, porque te obligan a mejorar. Cuando uno va a comprar un auto, si entra a Ford, te muestran su producto, no se dedican a hablar mal de Mercedes Benz, hay lugar, gustos, y mercado para todos.
Entonces, especialmente los galeristas, las personas vinculadas al arte, etc., que actúan en el sector privado, debemos entender que nuestra responsabilidad no es solo frente a nuestro espacio o nuestros artistas, sino que nuestro rol trasciende eso, y se vincula y repercute en el espacio cultural de nuestro país como un todo.
Esas cosas, obviamente, llevan tiempo, como también llevará tiempo generar un verdadero mercado. Hoy en Argentina hay compradores de obras de arte, pero aún no tenemos un mercado real. Nosotros tenemos la potencia para generarlo pero falta, debemos poner la energía en construir, darnos cuenta que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.
¿Y empezar a privilegiar plazos no tan cortos como planteaste en más de una oportunidad?
Desde ya, yo hoy aquí en Miami, de hecho, estoy cumpliendo un sueño que comencé a tener no ayer, sino hace 30 años atrás. Concretarlo no fue fácil, y no fue rápido, y claramente con la distancia puedo ver mejor como Argentina tiene un potencial enorme pero debe poder soñar con algo más que el corto plazo, entender que el esfuerzo que requieren ciertas cosas no es poco ni dura poco tiempo.
¿Concretamente ya en torno al 2018 de Maman Buenos Aires, que nos podes adelantar?
Hemos empezado el año con muchas ganas, y en pocas semanas vamos a realizar la presentación oficial de la temporada 2018, donde tendremos muestras muy importantes como siempre intentamos hacer.
También puedo adelantarte que este año vamos a estar nuevamente en ArteBa, a donde volvimos el año pasado, luego de casi 6 años sin participar, y que vamos a hacer una apuesta fuerte llevando una de las piezas más importantes en la historia de la feria: La teoría estructural del color de Raúl Loza, que realizó en la década del 40, y es una pieza conformada por 30 obras; siempre con la idea de llevar lo mejor y permitirle a la gente ver qué es el arte argentino.
Yo soy un convencido de que uno no puede olvidarse de su historia. Desde ya respeto el fomento a los artistas emergentes, pero me parece que no podemos quedarnos solo allí, olvidándonos de dónde venimos, porque nos quedamos sin memoria, y me parece que la mixtura, la mezcla entre ambas cosas es importante y necesaria, y colabora con mantener parámetros de calidad.
Pese a que seguramente esto traerá ruido, yo no creo en esa idea de que todos pueden ser artistas. El arte es para todos, pero no todos somos artistas. Yo, por ejemplo, no puedo trazar una línea, y no todos tenemos porque saber hacerlo. Creo que para ser artista hay un piso de cualidades, de habilidades, etc. que uno debe tener. Luego habrá mejores artistas, otros no tan buenos, y personas que rayan con lo genial. Nosotros tenemos grandes artistas jóvenes, clásicos, modernos, y entre todos ellos para mí un denominador común es la calidad.
A partir de ahí sus obras sí son para todos, ningún artista trabaja para una elite, todos lo hacen para el mundo, y el mundo somos todos, más allá también de que no todos tengan recursos para poder comprar una obra de arte, y de que la calidad de una obra de arte no esté necesariamente vinculada con su precio, porque el Van Gogh que nadie compraba en vida del artista, y el que hoy vale 500 millones, son el mismo cuadro y tienen la misma calidad, y eso debe ser nuestro foco, y lo que realmente debemos aprender a valorar.