Un repaso de las principales propuestas culturales de las dos fuerzas políticas con probabilidades de acceder a la conducción del país a partir del 10 de diciembre.
A pocos días de la definición de un nuevo período presidencial no sólo el valor del dólar muestra variaciones. El cambio de etapa que implica este cambio de gestión ha provocado movimientos en todas las áreas, algunos más intensos o notorios, tal vez por sus consecuencias inmediatas y otros, subterráneos, silenciosos, pero igualmente existentes.
En el caso de ese campo de fronteras laxas que denominamos “cultura”, la dinámica que se ha impuesto parece ser del segundo tipo, aun cuando a raíz de un reciente debate entre el referente cultural del Frente Cambiemos, Hernán Lombardi y Jorge Telerman, del Frente para la Victoria, los titulares de los diarios reflejaron algunos vestigios de las propuestas culturales de las principales fuerzas políticas en disputa.
Lo cierto es que a lo largo de la reciente campaña electoral, con excepción de contados momentos -el debate en torno a la denominación del Centro Cultural Néstor Kirchner o la aún no confirmada designación de Gabriel Mariotto como ministro de Cultura en el escenario de un futuro gobierno de Daniel Scioli- el lugar de la temática ha sido prácticamente marginal, algo extraño también por el extendido consenso sobre el rol preponderante que ha tenido la cultura en la construcción de hegemonía durante la última década.
En una primera mirada, las “propuestas culturales” del Frente Cambiemos (FC) y el Frente para la Victoria (FpV), las dos fuerzas políticas que el próximo 22 de noviembre participarán del balotaje, ofrece un panorama interesante y alentador.
En plataformas, propuestas y entrevistas referentes y candidatos se han encargado de resaltar el rol estratégico de la cultura, poniendo énfasis en su rol integrador y su capacidad de generar ciudadanía.
Otro dato estratégico, es en el porcentual presupuestario con que debería contar el área a futuro, que todos ubican en el 3 % del PBI, siguiendo, como reconocen, las recomendaciones que ha realizado la Unesco para las grandes ciudades.
Finalmente, la necesidad de impulsar una Ley Nacional de Mecenazgo, bajo esta u otra denominación, que permita que personas y empresas aporten fondos para el desarrollo de proyectos culturales, obteniendo a cambio una desgravación impositiva, es una medida central con presencia en las plataformas culturales de las dos fuerzas políticas.
En torno a los elementos particulares, desde el Frente Cambiemos, la propuesta articula los ejes de cultura y turismo, en función de la premisa de que el turismo tiene la capacidad de recuperar económicamente los bienes que la cultura genera. “El turismo es un excelente dinamizador de la economía ya que genera empleo de calidad y valora, realza y rescata los valores culturales y la identidad de los pueblos, al tiempo que cuida y protege los recursos naturales en los destinos”, explican.
El foco del proyecto es la implementación de un Plan Federal, que permita que cada región del país mantenga sus rasgos identitarios, pero con políticas culturales que propendan a una interacción entre lo local, lo regional y lo nacional.
También destacan la importancia de generar mecanismos que garanticen el acceso de los sectores más desfavorecidos a los bienes culturales, fortalecer la libertad de expresión y extender la estructura del Ministerio hacia las distintas regiones del país creando delegaciones con alto nivel de jerarquía y sede geográfica en los distintos lugares.
Además, como eje dentro del “Plan Belgrano para el Norte Argentino”, se propone la creación de 150.000 empleos, durante los próximos años, a partir de la promoción turística de la región.
La propuesta del FPV es sin duda más concreta. En su plataforma se destacan propuestas como impulsar la realización del Congreso Argentino de Cultura del Bicentenario en julio de 2016, con foros regionales previos, para debatir el Plan Estratégico de Desarrollo Cultural Argentina 2016/2026; fortalecer el Programa Casas del Bicentenario, integrando las 98 inauguradas, concluir las 80 que están en construcción, y articular y coordinar la programación de sus actividades y; promover la celebración del 9 de julio como un acontecimiento político, social, cultural y artístico profundamente democrático, federal, plural y popular con nuestra historia y presente como Nación Soberana.
En tanto, propuestas como la unificación de los criterios de otorgamiento de subsidios, becas y premios, la creación de un Observatorio Nacional de Políticas Públicas Culturales, encargado del seguimiento, medición y evaluación de las políticas llevadas a cabo; o la creación de un Programa Federal de Formación Permanente de Gestores y Promotores Culturales, surgen como nuevas iniciativas.
Cuando falta menos de un mes para el balotaje, y más allá de diferencias o coincidencias programáticas, todo indica que el campo cultural será, seguramente, una arena movediza, en continua disputa por la generación de nuevos sentidos, la resemantización de viejas palabras y la creación de un renovado espacio de horizonte compartido.