El pasado sábado 24 de febrero cerró la 68° edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, en donde la rumana Touch Me Not, recibió el Oso de Oro a la mejor película.
Además, dentro de las producciones más relevantes del cine latinoamericano, el film argentino Teatro de guerra, dirigido por Lola Arias, ganó el premio del Jurado Ecuménico en la sección Panorama; Las Herederas, de Marcelo Martinessi, la primera película paraguaya en participar en la competencia oficial del festival, recibió el premio Alfred Bauer “al film que abre nuevas perspectivas”; Ana Braun fue galardonada con el Oso de Plata a la mejor actriz protagónica, además del premio de la crítica internacional; y la producción mexicana Museo, de Alonso Ruiz Palacios, se alzó con el Oso de Plata al mejor guion.
Teatro de guerra, es una interesante indagación de la socióloga, artista y actriz Lola Arias, que aborda el conflicto de las Malvinas desde la perspectiva de seis de sus protagonistas, 35 años después de esa guerra.
“Teatro de guerra narra el encuentro de seis veteranos de la Guerra de Malvinas para hacer una película. Casi treinta y cinco después del conflicto, tres veteranos ingleses y tres argentinos pasaron meses reconstruyendo sus memorias de guerra. Esta película documenta el experimento social que significa realizar un proyecto artístico con antiguos enemigos de guerra: las audiciones para encontrar a los protagonistas, los primeros encuentros y conversaciones con ellos, las reconstrucciones escénicas de sus memorias en diferentes espacios: una pileta de natación, una obra en construcción, un regimiento militar.
Todas estas escenas de la película son, a la vez, auténticas y artificiales. A veces parece que están sucediendo por primera vez; otras, que se trata de una situación largamente ensayada. La película alterna entre realidad y ficción, espontaneidad y actuación. Explora cómo transformar a un soldado en actor, cómo convertir la experiencia de guerra en una historia, cómo mostrar los efectos colaterales de la guerra. La película reúne a antiguos enemigos para actuar sus pesadillas de la guerra y posguerra”, explicaba Arias en torno a este proyecto que también resultó ganador en Berlín del premio Gilde al Cine Artístico y Teatral.
Junto a ella, durante el desarrollo de la Berlinale se proyectaron otros diez films nacionales, como T.R.A.P., del rionegrino Manque La Banca, que fue parte de la Sección Oficial de cortos, Mochila de plomo, el nuevo trabajo de Darío Mascambroni, cuya ópera prima Primero enero, también fue presentada en la Berlinale en 2017, y que participó en esta oportunidad de la sección Generation Kplus, junto a El día que resistía, coproducción entre Argentina y Francia dirigida por Alessia Chiesa, y el cortometraje Toda mi alegría, de Micaela Gonzalo, que tuvo en la Berlinale su premiere internacional.
Pino Solanas, por su parte, también fue parte de la delegación local, presentando en Berlín su última producción Viaje a los pueblos fumigados, un documental que recorre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Salta, Chaco y Misiones mostrando las terribles consecuencias del uso de agrotóxicos, y que marcó también el regreso del cineasta al festival 14 años después de haber recibido un Oso de Oro honorario a su trayectoria en 2004.
Por otra parte, ya en el marco del European Film Market, que se celebró en el marco del festival las autoridades del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) avanzaron hacia la firma de convenios de cooperación para la realización de coproducciones con España, Reino Unido y México.
“En la mesa con España, se sentaron las bases para la firma de un convenio de coproducción que otorgue mayores posibilidades de financiación y mejore las condiciones para que productores de ambos países trabajen juntos. De la misma manera, se trabajó en un compromiso para la firma de un convenio con el British Film Institute de Gran Bretaña; en tanto que con el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), se avanzó en un acuerdo para ampliar de 100 a 300 mil dólares los aportes que destina cada país a las coproducciones, cuya cifra anual pasaría de dos a cuatro (dos mayoritarias por país)”, explicaron desde la delegación argentina en Berlín encabezada por el vicepresidente del INCAA, Fernando Juan Lima.