A partir del 9 de mayo, en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, Arturo Puig y Jorge Marrale volverán a reunirse en un escenario para dar vida a “El Vestidor”, la magistral pieza teatral de Ronald Harwood, que indaga de un modo profundamente humano en el pequeño universo de un elenco teatral que está en gira en la Inglaterra en medio de la segunda guerra mundial.
Bajo la dirección de Corina Fiorillo, y con un elenco que completan Gaby Ferrero, Ana Padilla y Belén Brito, la obra retrata las relaciones entre los miembros de una compañía shakespeariana, y en particular, la que mantienen el protagonista, un consagrado actor inglés, con su fiel vestidor, Norman, en medio de bombardeos, de crisis de salud, de decisiones de continuar o no continuar con las funciones, para hablarnos sobre los distintos tipos de amor y de miedos que tenemos todos.
Para conocer algunos detalles más de esta propuesta, producida por Ángel Mahler y Leo Cifelli, Palabras dialogó con la directora de la obra.
¿Cómo ha sido el proceso de trabajo hasta aquí?
Desde finales de diciembre que estamos trabajando, desarrollando ensayos diarios que han sido encuentros profundos, alegres, y agotadores también, porque la obra tiene eso que tienen los clásicos, donde uno nunca termina de encontrar todo lo que quieren decir, y si seguís ensayando seguís encontrando sentidos y cosas.
Realmente estoy muy feliz porque esta es una obra maravillosa, y agradezco la suerte de poder dirigirla, y también de trabajar con este grupo inmenso de actores. El viaje que hemos transitado hasta aquí ha sido inolvidable, así que entiendo que lo que vendrá a partir de ahora será todavía mejor.
¿Y de esos múltiples sentidos y matices, qué es lo que más te impacto del texto como directora?
El Vestidor es un texto inmenso, con criaturas muy bien definidas, como Norman, el vestidor, que es una persona que ha entregado toda su vida al servicio de alguien, y que ha construido su amor y su vínculo con él al compás de su admiración.
También tenemos al actor, que es una persona que está en un momento muy particular de su vida, y para quien la función de hoy es muy especial, hasta el punto que decide hacerla sí o sí, afirmando que el teatro está más allá de todo, pero además, es una persona que está rodeada de diferentes tipos de amor: el de su vestidor, el de su mujer, que también es actriz, el de su asistente de dirección, enamorada de él de toda la vida; y el de una pequeña actriz joven, que con la admiración y la pasión inicial, también lo ama de otra manera.
Creo que la obra desarrolla los vínculos entre los personajes adorablemente, y que Puig y Marrale no pueden tener mejor arcilla para esta encarnadura.
Como una referente del teatro off, ¿cómo fue hacer este pasaje hacia el comercial, dirigiendo a actores de tan inmensa trayectoria?
Yo siempre camino de la misma manera, y soy muy fiel a los textos, y desde lo artístico creo que no existen diferencias. Entiendo que la gran diferencia entre el off y el comercial radica en el material, porque hay materiales que pueden ser de interés masivo, y otros que hacen a intereses más puntuales.
También las producciones son distintas, porque aquí Cifelli y Mahler nos han acompañado permanentemente, mientras que uno muchas veces en el off está remando casi contra la corriente, aunque, obviamente, aquí hay un recupero económico que, en general, el off no tiene, aunque últimamente, y gracias a la figura de Claudio Tolcachir, se está encontrando una fórmula que en algunos casos permite recupero. Algo que me alegra enormemente porque genera una corriente de público que se empieza a mezclar entre ambos circuitos.
¿Justamente, en torno a los públicos, quienes crees no deberían perderse esta obra?
Creo que el vestidor es una obra que permite que todos nos identifiquemos con alguno de los que están arriba del escenario, porque habla de la vida misma con la excusa de una obra de teatro, donde uno puede ver también la cocina de una función, pero la realidad es que la obra habla de nosotros, de nuestros miedos, de nuestros amores.
Yo siempre digo: mi patria y mis territorios son mis afectos, y creo que al personaje del actor lo definen sus afectos, y a Norman también, porque cuando uno se queda sin el otro pierde su identidad.
Obviamente, aquellos que disfrutan del arte van a encontrar muchos lugares comunes, y se van a reír mucho. Pese a que la obra es un drama, entiendo que nos invita a reírnos de las cosas absurdas de la vida, y yo también apelo mucho al humor, porque creo que hasta los momentos más extremos lo tienen. Realmente, estoy convencida de que esta es una obra de las que llegan al alma, y donde todos los que la vean van a terminar de pie aplaudiendo a estos dos actores gigantes que la protagonizan, y que están allí entregando todo arriba del escenario.
El Vestidor se presentará desde el 9 de mayo en sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, Av. Corrientes 1660. Funciones: Miércoles y jueves, a las 20; viernes, a las 21; sábados, 20 y 22; domingos, a las 20.