El 3 de diciembre de 2015, luego de ganar por unanimidad un concurso público organizado por el entonces Ministerio de Cultura de la Nación, con un jurado internacional integrado por Ticio Escobar, Néstor García Canclini, Diana Wechsler, Antonio Seguí y Araceli Bellotta, el arquitecto, curador de arte y escritor cinematográfico Andrés Duprat fue designado como director ejecutivo del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) por el plazo de cinco años.
Promediando su gestión focalizada en fortalecer el carácter federal, y modernizar y descentralizar el organismo, Palabras dialogó con Duprat sobre su balance del recorrido 2018 del MNBA y las perspectivas para 2019.
¿Cuál es tu balance sobre el 2018 del MNBA?
2018 ha sido un excelente año para el Bellas Artes porque pudimos traer dos muestras increíbles como hace décadas no se veían en Argentina. Una fue “Obras maestras del Renacimiento al Romanticismo”, que reunía 58 piezas de la colección del Museo de Bellas Artes-Galería Nacional de Hungría, donde había obras de todos los grandes maestros del renacimiento y el barroco, y que fue además una muestra con la que tuvimos mucha fortuna por la disposición del Museo de Bellas Artes de Budapest.
Es que como el Museo de Bellas Artes-Galería Nacional de Hungría permanecía cerrado por una serie de reformas en su edificio estaba haciendo una serie de muestras en Europa, específicamente en Londres, en Madrid y en París. Yo los engancho en Madrid, me deslumbro con la muestra, converso con ellos, y finalmente gracias a la rapidez de reflejos y el dinamismo de ambas instituciones logramos traer las obras a la Argentina, con una versión curada por curadores del staff del MNBA, que fue un gran suceso.
Luego, el otro gran hito, obviamente, es la otra muestra de William Turner, con obras de la Tate Collection, que seguirá hasta el 17 de febrero en exposición y es otro highlight enorme, porque es la primera vez que llega una muestra de Turner a Sudamérica.
Una muestra que generó cierta polémica por la decisión de la Secretaría de Cultura de instaurar el cobro de entradas.
Yo avalo mucho esa decisión, y no la sentí como polémica, ya que me parece bien que los no residentes paguen una entrada. Creo que el esquema de gratuidad anterior no es realista, porque si bien está muy bien que los residentes entren gratis a ver la colección, porque aportan de sus impuestos, y el presupuesto del museo es un presupuesto público, no creo que Argentina se pueda dar el lujo de tener un museo absolutamente gratuito para los turistas que, por otra parte cuando vienen pagan su avión, su hotel, la comida, y obviamente pueden erogar los 100 pesos que sale el ingreso, y muchas veces, de hecho, querían colaborar, pero no teníamos ni siquiera canalizada la posibilidad de una colaboración voluntaria.
El Estado debe ser garante del acceso a la cultura y cobrando esta entrada no deja de serlo, porque todos los días, después de las 18:45 la entrada es gratuita para todo público, los martes el ingreso es libre y gratuito para todo público, y luego hay muchas prerrogativas: los jubilados, docentes, menores de 12 años, personas discapacitadas y grupos educativos no pagan, y cualquier persona que tenga alguna particularidad por la cual no pueda pagar no lo hace. Eso me parece que es garantizar el acceso público a la cultura.
Junto con ese eje entiendo que según tu mirada otro punto importante para fomentar la accesibilidad es disminuir la cantidad de mediadores entre el público y la obra.
No estoy en contra de la información ni de la formación, siempre repito una frase que dice: si uno ve lo que sabe, cuanto más sabe más ve. Ahora bien, también soy muy crítico de cierta realidad de las artes visuales, sobre todo de las contemporáneas, porque bajo ningún aspecto considero que uno debe ser una especie de doctor para ver un cuadro realizado por un señor que plasmó allí su forma de expresión plástica.
El arte no es un campo de la ciencia donde estamos hablando de los agujeros negros, ni del origen del universo, temáticas que para comprenderlas cabalmente requieren que uno sea físico, astrofísico, que tenga un conocimiento particular. Respeto esa dinámica y soy consciente que hay miles de campos en los que uno no puede opinar de todo. Pero el campo de la creación artística es el campo de la expresión humana: uno escribe un poema, uno hace una película, uno pinta un cuadro, uno compone una canción, y el receptor natural es cualquier persona que pueda sentir empatía o conexión con esa manifestación, pero en el campo de las artes visuales parece que, además, hay que ser una especie de universitario o experto en el tema.
Creo que eso es un malentendido que se extendió demasiado y que nos llevó a terminar presos del academicismo, o de los mediadores “expertos” que se dedican a explicar el sentido de lo que hizo un señor pintando un cuadro o haciendo una escultura. Eso para mí es un sinsentido importante, y algo que en general no pasa en otras disciplinas artísticas: si vamos a ver una película no necesitamos que luego venga un crítico o un experto a explicarnos lo que vimos, si eso sucediera sería el emergente de un problema grave, un síntoma de algo que no está funcionando bien, y sin embargo en las artes visuales está bastante aceptada esa mecánica: fui, no entendí nada, pero por suerte había un señor, un muchacho que sabe, que me explicó qué quiso hacer el artista.
Eso para mí es un problema, el problema principal del arte visual contemporáneo, y algo que hay que combatir para volver a tener una aproximación más sensual, del campo de la experiencia sensible con las obras, e incluso desde el punto de vista intelectual, porque muchas obras lo que hacen es desatar reflexiones y pensamientos acerca del estado del mundo, o del estado de las cosas, pero no necesariamente debe ser un campo de expertos académicos.
El Bellas Artes tiene un servicio educativo que es muy bueno, muy activo y sirve porque uno muchas veces uno quiere saber más de un artista, saber quién es, dónde vivió, a qué escuela perteneció, eso es información y es bienvenida. Lo que señalo como una anomalía es la necesidad de mediación o intermediación de un «experto» ante una manifestación absolutamente humana, del hombre para el hombre.
Finalmente,¿qué nos podés contar en torno al fortalecimiento del carácter federal del MNBA?
Ese eje es muy importante, porque como lo indica su nombre, el Bellas Artes es un museo nacional, y reforzar ese carácter es uno de los objetivos de nuestra gestión.
Yo entiendo que Argentina es un país muy grande, heterogéneo y difícil de abarcar, pero hay una obligación de parte de la Secretaría de Cultura y del MNBA de tener una presencia federal, porque si bien es estratégico que la sede del Museo esté en Capital, su patrimonio es enorme y puede trasladarse, no es un monumento estático, son obras de arte: pinturas, esculturas, dibujos, etc. que pueden organizarse en exposiciones que toquen ciertos temas y presentarse en otros museos, una tarea a la que estamos muy avocados.
Además, afortunadamente, en la actualidad hay buenos museos en las provincias, algo que tal vez hace 15 años no pasaba, no había tantas estructuras con condiciones para poder presentar obras de este tipo, pero ahora sí hay espacios que permiten mostrar este tipo de obras, y por eso hemos realizado un circuito de exposiciones itinerantes de pintura y escultura, y otro de fotografía, y para el bicentenario de la independencia hicimos “Congreso de Tucumán: 200 años de arte argentino» , una gran muestra con obras de la colección, que estuvo durante dos años itinerando por siete museos de las provincias.
Estamos realmente atentos a esto, por eso, te adelanto, ya que aún no lo anunciamos el año que viene vamos a impulsar un programa que seleccionará técnicos y profesionales de los museos de las provincias para que hagan unas pasantías en el MNBA, que les sirvan para cuando regresen a su museo y a su medio. Tal vez porque yo soy provinciano, dirigí museos en Bahía Blanca, y sufrí de alguna manera el centralismo de Buenos Aires, siempre parte de mis esfuerzos están dedicados a tratar de invertir esa relación.
Junto a ese proyecto ¿cuáles son tus objetivos para el año próximo?
Nunca antes sentí, al hablar de metas futuras, la necesidad de darse un baño de humildad a la que te enfrenta ser parte de una institución como el MNBA, centenaria o más que centenaria, en la cual uno puede aportar humildemente con esfuerzo, ingenio y capacidad para hacerla brillar de la mejor manera posible, pero siempre con la conciencia clara que después de mi gestión vendrá otra persona, y que antes estuvieron aquí referentes como Romero Brest, Schiaffino, Jorge Glusberg, etc.
En esa línea un viejo anhelo es la ampliación de las instalaciones del museo, un proyecto que no surgió con esta gestión, sino que viene de gestiones anteriores: la necesidad de ampliar las instalaciones, modernizarlas, generar más salas de exhibición, mejores reservas, más amplias, etc. Eso, tal vez también porque soy arquitecto, lo tengo a flor de piel, y en lo que realmente me encantaría poder comenzar a trabajar.
Sobre Andrés Duprat
Arquitecto, curador de arte y escritor cinematográfico, entre 1991 y 2002 Andrés Duprat fue director del Museo de Bellas Artes de Bahía Blanca y, a partir de su creación, del Museo de Arte Contemporáneo de esa ciudad. Entre 2002 y 2004, dirigió el área cultural y el Centro de Arte Contemporáneo “Espacio Fundación Telefónica” en la Ciudad de Buenos Aires. Desde 2005 hasta su nombramiento al frente del MNBA, se desempeñó como director de Artes Visuales del Ministerio de Cultura de la Nación.
Como curador de arte, realizó más de un centenar de exposiciones en museos y centros especializados de Argentina, Francia, Cuba, Estados Unidos, Chile, México y Rusia, entre otros países.
Ha escrito los guiones de los largometrajes “El artista”, “El hombre de al lado”, “Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo” y “Living Stars” –todos dirigidos por Mariano Cohn y Gastón Duprat–, y de “Civilización”, un documental sobre León Ferrari, con los que ha obtenido un gran reconocimiento internacional que creció en 2016 por su trabajo como guionista de El ciudadano ilustre galardonado con el Cóndor de Plata.