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El movimiento mural-literario que recorre las calles del país

“Nuestras manos conmueven al mundo”, puede leerse en uno de los muros de la sede de la Asociación Tucumana de Sordos (ATS), en grandes letras negras, todas mayúsculas, pintadas sobre  un prolijo fondo blanco por  iniciativa de ATS y Acción Poética Tucumán. Esta es solo una de las miles de “micro poesías”  que, desde hace […]

“Nuestras manos conmueven al mundo”, puede leerse en uno de los muros de la sede de la Asociación Tucumana de Sordos (ATS), en grandes letras negras, todas mayúsculas, pintadas sobre  un prolijo fondo blanco por  iniciativa de ATS y Acción Poética Tucumán.

Esta es solo una de las miles de “micro poesías”  que, desde hace unos cuatro años,  las distintas filiales de Acción Poética (AP) se han encargado de pintar en las paredes de muchas ciudades argentinas, especialmente del interior del país, replicando y multiplicando el movimiento mural-literario que el poeta mexicano Armando Alanis Pulido, creó hace unos 20 años en Monterrey.

Acción Poética llegó a la Argentina, hace unos 5 años de la mano del gestor cultural Fernando Ríos Kissner, considerado en la actualidad, junto con Pulido, el referente de una iniciativa, que redes sociales mediante, se ha viralizado convirtiéndose en un movimiento global.

En nuestro país, según le cuenta Fernando Ríos Kissner a Palabras, Acción Poética tiene más de 100 filiales, donde vecinos anónimos de ciudades grandes y pequeñas, la mayor parte del   interior del país, se lanzan a las calles para generar “un hecho básico: micropoesía, una pared, pintura blanca y negra,  pero con mucho impacto social, con el fin de compartir y democratizar el acceso a bienes culturales”.

Durante estos 4 años, en función de la experiencia adquirida en la calle, las reglas que sigue Acción Poética se han profundizado, explica Ríos Kissner. “Aquellos seis renglones que Armando me envío cuando lo contacté contándole mi idea de traer el movimiento a Tucumán, ya se convirtieron en más de 4 carillas, ya que al cabo del tiempo entendimos que AP es una herramienta más que un fin en sí, y le hemos dado un giro que tiene que ver más con lo social que con la literatura estrictamente”.

“Haciendo uso de la fuerza de la palabra, que nos atraviesa a todos, más allá de la edad, la condición socioeconómica, o la formación, destaca el gestor cultural, nosotros decidimos tomar AP como  un medio de expresión de mucha gente, y por esto a los principios básicos: no citar autores, no adherir ni oponerse a religiones ni partidos políticos, solo pinceles y rodillos, no utilizar colores ni elementos decorativos sino  la palabra desnuda y en dos renglones a lo sumo, o pedirles permiso a los vecinos para pintar, que siempre respetamos; se fueron agregando otros relacionados con este rol social de AP, como  difundir artistas locales, concurrir a instituciones educativas, hospitales, cárceles”.

Con esa impronta, AP Tucumán, La Rioja, Salta o Chaco, entre muchas otras, realizan como denominador común talleres en colegios, contando la experiencia, su sentido social, e invitando a que cada comunidad educativa se convierta en protagonista, además de otras actividades específicas, “como AP Salta, que trabaja mucho sobre la promoción de la poesía local, o AP La Rioja, que ha sido la primer en desarrollar murales en braile”.

En Tucumán, donde la relación con las instituciones educativas está muy desarrollada, durante el último año se han realizado talleres en más de 100 escuelas. “Trabajamos con los docentes y los alumnos, relatando qué es AP, y nuestro trabajo, pero básicamente difundimos  la importancia y el valor de otras palabras, como pedir permiso, agradecer, compartir, poder salir de la net y contactarnos con la mirada del otro, volviendo a cosas básicas de vecindad. Obviamente, perfecto,  si además podemos escribir algo que nos motive, siempre pensando en quien nos va leer, en arrancarle una palabra, un suspiro, o una sonrisa”, cuenta Ríos Kissner.

Además de los colegios, AP Tucumán ha desarrollado durante el año pasado una intensa actividad con educadores que trabajan en contexto de encierro recorriendo las distintas unidades penales de la provincia con talleres que a partir del eje educación y libertad, proponen el  desarrollo de murales con textos elaborados por los propios presos, los educadores de cada unidad y las bibliotecas de los penales.

“En los penales,  siempre nos preguntaban: ¿vamos a poder escribir lo que nosotros propongamos? No podían imaginarse siquiera que eran dueños de sus palabras. Para nosotros eso es AP, por eso la leyenda implica no solo el mural sino el proceso de producción de ese mural”, enfatiza el tucumano.

Obviamente, junto a las instituciones el gran protagonista de AP es el vecino. “AP  tiene algo que huele a barrio”, lanza Ríos Kissner,  quien los recorre a diario, incansablemente, hablando con los vecinos y sus organizaciones,  “Siempre que nos consultan qué pintar les decimos a los vecinos: hablemos de nuestros sueños, de nuestros anhelos”, comenta.

“Hace un tiempo hemos realizado un trabajo importante, en cuatro barrios de Tucumán, por ejemplo, haciendo un pasaje poético de 14 cuadras,  con más de 40 murales, con textos realizados por madres jóvenes y niños, que participaron en talleres de más de un mes de duración, y que con su obra convirtieron la  calle en un elemento que antes que separar barrios los une,  les da un denominador común”.

“A la hora de seleccionar los textos, agrega Ríos Kissner sobre esa iniciativa, la elección la realizaron los vecinos a partir de los suspiros que les arrancaban las frases. Nosotros no pedimos aplausos, ni gritos, sino que siempre utilizamos un criterio de selección que tiene que ver con la reacción que esperamos que tenga después el vecino que nos lee”.

Esta materialidad del otro, nunca anónimo, siempre alguien con nombre y apellido, hijo, hermano o compadre, tan propia de las ciudades del interior del país, es para Ríos Kissner, un elemento importante para que AP funcione, y su imposibilidad, una de las causas por las que, según el gestor, ha sido tan difícil que el movimiento se masifique en la Ciudad de Buenos Aires.

“En Capital hay paredones enormes hermosos, pero a quién se los pedís,  si lo más probable es que el dueño no viva ni detrás de esa pared ni al lado”, dice el artista. Por eso, agrega,  es muy difícil que al pintar no se termine generando una actitud vandálica, que es lo que uno ve muchas veces con los stencil o los grafittis, porque es como que el espacio público es de nadie. Y, justamente, este es un elemento que impide que AP se multiplique”.

Para Ríos Kissner, aunque nada de AP puede explicarse sin tener en cuenta los nuevos paradigmas de la comunicación y las redes sociales-  el movimiento tiene  más de 20 años y, sin embargo, no fue hasta hace unos 4 que los mensajes se empezaron a viralizar- la razón de esa viralización fue que el protagonista “lejos de ser el mural fue el vecino”.

“De hecho las primeras fotos que empezaron a circular fueron de vecinos, amas de casa, nietos abuelos, que participaban pintando, escribiendo, eligiendo textos, recuerda el impulsor, y esas fotos inspiraron a otros, al ver que esto no era algo exclusivo o para elegidos, sino que todos lo podían hacer”.

Para este 2016, AP se ha propuesto  además de continuar trabajando en el fortalecimiento de las propuestas educativas, y realizar, hacia mediados del año, un gran encuentro con todas las AP del país, que contará con la visita del propio Armando Alanis Pulido, seguir multiplicando su apuesta a la maravillosa tarea de arrancarnos  un suspiro al salir a la calle.